Vista panorámica
Medina del Campo. Su origen y desarrollo
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

Historia de la Muy Noble, Muy Leal y Coronada Villa de
Medina del Campo
conforme a varios documentos y notas a ella pertinentes por
D. ILDEFONSO RODRÍGUEZ Y FERNÁNDEZ
Doctor en las Facultades de Sagrada Teología, Filosofía y Letras y Medicina, Catedrático de esta Facultad en la Universidad Central (antes en la de la Habana), Caballero de la Orden de Carlos III, etc.

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SEGUNDA PARTE

Los Rodríguez Castro,- Otros medinenses.- Rodríguez Fernández

NOTAS PARA LA HISTORIA DE MEDINA

Escritas por mi padre D. Francisco y mi tío D. Manuel Rodríguez Castro, en los años de 1874 y 1880, a cuyo último año hay que referirlas cuando se habla de fechas.

Es indudable, de acuerdo con lo afirmado por Ossorio, que en la serie de os tiempos pueden registrarse tres poblaciones sucesivas en nuestra Medina.

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PRIMERA POBLACIÓN

La más antigua, o Medina de los Vaceos, ocupó el cerro y parte de la falda, en que hoy se hallan los restos del castillo de la Mota. Lo principal de esta población fue el amurallado castillo, de espacioso recinto, con paredes de cal y canto, lindante el exterior; mirando al Este desde la puerta de Arcillo, frente a Santa Clara, a la puerta del Sol, que estaba adonde hoy se dicen Las Peñas; mirando al Sur, lindaba con el rió Zapardiel, hasta el convento de Santa Isabel; al Oeste, se dirigía a San Nicolás, hoy su capilla única, la ermita de Nuestra Señora del Camino, formando esquina a la entrada del puente de Adajuela, y al Norte, seguía agua arriba, la dicha Adajuela hasta la puerta del Arcillo, estando conforme con Ossorio en el número de pasos, torres, templos y casas que en su centro contenía.

Hay indicios bien marcados de los tres lienzos, muralla Norte, Este y Sur, y del Oeste sólo citado resto de San Nicolás, que indudablemente despareció primero, por ser el punto por donde sufrió el sitio de Leovigildo, y después, por enlazar la primera población, con lo que se formó luego en el campo que dicho Rey ocupó, y que llamaremos segunda población. Dentro del recinto de la primera población sólo existe el castillo, tal como lo hemos conocido, y en particular los cimientos de lo que fue ciudadela, que se comprende estuvo en la parte Norte y Este, arruinada en estos sitios ya, por la fuera voluntaria o extraña, y en los del Sur y Oeste, para aprovechar  material en obras que datan del año de 1843 hasta hoy, en que continúa la extracción de sus materiales o restos, con aplicación a empedrados, pantanos y carreteras, pero marcándose aún los sitios que ocuparon las parroquias de Santa María del Castillo o Asunción de Nuestra Señora, en medio de la ciudadela; Santa María la Blanca, esquina Norte de la torre del castillo; Santa Cruz, o Asan Justo y Pastor, al Norte de la misma muralla de la ciudadela; San Llorente, próximo al castillo, por encima de la Puerta del Sol, San Juan de Azogue, denominado antes San Juan Evangelista, y San Salvador y San Nicolás al Sur y al Norte. Las ermitas de San Millán y San Luís, al Oeste, y el convento de San Bartolomé. Estos terrenos han sufrido el siguiente destino: parte del centro de la ciudadela a Campo Santo, construido del año 1866 al 68; por el extremo Norte entre la calzada provincial de Olmedo a esta villa; por el Sur le corta el ferrocarril del Norte, y el resto o solares de santuarios, casas, calles de Rúa Vieja, Serranos, Escuderos, etc., en abrevaderos de camino y cortinales, terrenos y solares, cuyo dominio  pertenece en parte a casas de títulos o solariegas; otros recayeron en el Clero, y con la desamortización son de particulares.

El convento de San Bartolomé se conservó con monjes hasta la guerra de la Independencia, que fue destinado a cuartel por los franceses, y quedó muy mal parado; pero permaneció siempre en Padre en esta villa, que cuidada de él, por encargo de la Comunidad. Tenían muchos materiales reunidos para repararles, a cuyo monje se le denominaba Abad de San Benito; llegó la exclaustración y se desamortizó, demoliéndole D. Esteban Remolar, médico notable de esta villa.

La capilla de San Nicolás, que es una de las dichas, más antiguas, se conserva por ser propiedad de D. Ramón María del Canto Berceruelo, hijo de este pueblo, digno sucesos de sus antepasados, a quien tal vez se debe la existencia de la torre del castillo, porque a pesar de ser propietario y capitalista, administra los bienes del Marqués de Cilleruelo, Señor de Bobadilla, descendiente de los sitios antiguos linajes. Y denominándose Alcaide del castillo, ha sostenido sus derechos contra el espíritu demoledor que nos domina.

SEGUNDA POBLACIÓN

En el campo que ocupó el Rey Leovigildo, se construyeron las parroquias de San Pedro, Santo Tomás, San Esteban, San Andrés, San Jorge y San Miguel Arcángel, dentro de muros. San Pedro existió hasta el siglo pasado, en el que quedó sólo el muro de la torre, de cal y canto, y el residuo forma hastial accesorio de unas casas, barracas, terreno de la estación del ferrocarril del Norte, a la derecha. Santo Tomás o Tomé está en pié con feligresía escasa. San Esteban se conservó hasta principios de este siglo; dividió la carretera el solar, y en el desmonte que hubo de hacerse  para el pase de la dicha carretera de Madrid a la Coruña, entre Oeste y Norte, se ven restos de cuerpos humanos, y el firme de la torre, de cal y canto. A San Andrés, que dejó de ser parroquia y se habilitó para convento de Santo Domingo, le quemaron los franceses en la guerra de la independencia, y poco a poco se fue extrayendo lo no consumido por el fuego, hasta que, vendido por la Hacienda, se demolió, y no queda más que el cimiento de cal y canto de la torre, convertido el solar en huerta unida a la que él tenía. San Jorge estuvo a la parte del matadero, por debajo de San esteban, y debió dejar de existir hace muchos años. Y San Miguel, salida del puente Cadenas, a la izquierda; sus agregados San Esteban, San Juan del Azogue y San Andrés, se conserva con bastante feligresía, y en él está la imagen de nuestro Señor Jesucristo, o sea la de San Bartolomé, tan antiquísima, que no se la movía sin caérsele alguna parte, y por conservarla hará diez años la reparación, procurando perdiera lo menos posible el aspecto de su antigüedad. En dicha segunda población estuvieron los Hospitales de Convalecientes, San Blas, San Felipe y Santiago, de la Merced y Todos los Santos y el de la Piedad. El Hospital de Convalecientes ocupó el solar que hay entre la casa denominada del Alconero de D. Marian Moyano López, y la de D. Balbino Rico en la calle de la Herrería. El de San Felipe y Santiago, detrás de la parroquia de San Miguel, en el que había Cabildo y Cofradía; del de la Merced  y todos los Santos y San Blas, tampoco quedan vestigios, y el Hospital de Nuestras Señora de la Piedad y San Antonio, Abad, fundación del Ilmo. Sr. Fr. Lope de Barrientos, natural de esta villa, Obispo de Ávila, Segovia y Cuenca, y Arzobispo electo de Santiago, fecha de 17 de noviembre de 1454, para curar con él toda clase de dolencias que fuesen crónicas, y alivio de sus enfermedades de clases privilegiadas de esta villa,  funcionó conforme a sus estatutos hasta el año de 1864, en que principió a ser administrado por la Junta de Beneficencia, creadas como todas las del Reino; se formó un ingreso y salida de sus fondos, unidos con los del Hospital general, y dicha Junta cuida de la conservación del edificio, al que estuvo agregada la ermita de San Alejo, hoy demolida; y su Camposanto, ampliado con un corralón, sirvió de Cementerio general  desde el año de 1833 a la fecha citada, en la que se construyó el de la Mota, y el que se respeta. Cuando este Hospital fue fundado existía en su apogeo toda la villa.

Allende el agua de que vengo ocupándome, estuvieron las ermitas de San Sebastián, Nuestra Señora de la Soledad, San Cristóbal, Nuestra Señora de las Angustias y la de los Mártires San Cosme y San Damián. La de San Sebastián estaba a la izquierda, fuera de la puerta de Valladolid, y no hay señal de ella; de la Soledad, marchando en igual dirección, donde está el charco conocido por el mismo nombre, tampoco existe indicio; de la de San Cristóbal, en el alto, y cuesta del mismo nombre, consérvanse los muros, fachada y costado izquierdo. La Antigua fue también parroquia, y desmantelada, sus ruinas fueron demolidas de 1798 al 800, desapareciendo los restos con la extracción del canto de que se componía la fachada y los cimientos; y la de los Mártires, en la meseta de la cuesta, frente al lugar del molino que fue del Marqués de Tejada, conocido por los Cantos; se identifica el lugar donde estuvo la ermita, por existir una Cruz de piedra de las del Calvario antiguo, que concluía en ella, saliendo de la que después de parroquia fuer ermita de San Llorente, siguiendo por todo el camino, que es Cordel o Cañada de ganados.

También de parte allá del río están los conventos de Santa Isabel y Santa Clara, y el demolido de Nuestra Señora de la Visitación, Fajardas Dominicas.

El de Santa Isabel, en la margen del río Zapardiel, mirando al sur, se conserva en buen estado, y cuenta con 16 religiosas de clausura. En el de Santa Clara, en igual estado que el anterior, de parte allá de la Adajuela, mirando al Sur, por debajo del lugar que ocupó la Antigua, cerca de la Huerta de los Poderosos y Heras de la Harina, existen 15 religiosas de clausura, y el de las Fajardas, con cuatro religiosas, en 1836 se exclaustraron; quedó su convento a disposición de la Hacienda, fue demoliéndose, enajenándose los restos, cruzado por parte de su solar el ferrocarril de Zamora y también por los mismos afirmado el de Salamanca.

De esta segunda población, enlazada con la primera, recuerdo del nombre de las calles siguientes: Plazuela de San Nicolás, donde estaba la Alhóndiga, paseo de la Arisca, calle de los Castaños, calle de la Herrería, calle Zapatería Vieja, Plazuela del Carbón, calle de la Rosa, calle del Candalillo, barrio del Azogue, Ribera vieja, callejón de Santo Domingo, calle del Dr. Polanco, calle de la Cuadra, calle de las Cañas, calle de Valladolid, calle de San Esteban, calle de la Culebra, calle de San Pedro, calle del Oro, calle Mayor, calle de la Antigua, calle del Castillo, calle de la Magdalena, el Rastro al portillo de Villegas, y otras de que  no hay memoria.

Hoy solo existe la Ribera Vieja, partida por el ferrocarril de Zamora y Salamanca, plazuela del Carbón, con el nombre de San Miguel, calle de la Herrería, calle de Valladolid y callejón de Santo Domingo y la nueva denominación de la Estación, que baja de ella al arco puerta de Valladolid, siendo el resto ocupado por la travesía de la carretera de Madrid a la Coruña, vías y estaciones de ferrocarriles citados, cuatro huerta de hortalizas, la Adajuela o Adarilla, alamedas de Molinillo y Rabanillo o sea Chorro y Matadero (de cuyas fuentes trataremos después), y el resto cortinales o terrenos destinados a producir cereales. A la desaparición de esta segunda población, contribuyó mucho el que disminuyendo el número de habitantes de esta villa, se reconcentraban a la parte de la plaza, porque los sitios que dejaban, en su mayor parte son húmedos, pantanosos y salitrosos, poco sanos y de poca duración los edificios, excepto los templos que teniendo todos por cimiento argamasa de cal y canto, se hubieran conservado, de rodearles vecindad que les hiciera necesarios.

TERCERA POBLACIÓN EN RELACIÓN CON LAS  ANTERIORES Y CON EL ESTADO ACTUAL

Esta población debió existir durante la segunda, y aún de la primera, dividida de aquellas por el río Zapardiel. Para hacer las casas se demolieron las murallas de la primitiva, desde el puente de la puerta que se decía Santa María la Blanca, frente a la Ronda de San Francisco o sea toda la parte Sur y Oeste, hasta llegar al Caño de San Nicolás, y construyeron la cerca nueva que abrazó la primera, segunda y tercera población, cerrando lo ya construido, o sea desde el Caño de San Nicolás, a la derecha tocando con la Adajuela o Adarilla, laguna del Sombrío, hasta la primera puerta denominada del Arcillo, frente a Santa Clara; siguiendo por los levantes del Pozo de la Nieve, Alpujarras, hasta la segunda puerta, que es la del Sol, donde se dice las peñas y Aguacaballos, bajando orilla del río  allá hasta enfrontar con el puente, que hoy decimos de las Tablas. El trozo de muralla descrito es el que se habilitó de la primera población para unir las tres; se hizo muro de cal y canto con mezcla de ladrillo y tierra; desde dicha Tabla, Ronda de san francisco, hasta la tercera puerta, de nominada de Ávila, que dividía la calle del mismo nombre, de su arrabal; subía el número por la Ronda de Santa Ana, y el extremo izquierdo del convento se hizo la cuarta puerta, denominada de Santa Ana; seguía dejando extramuros la calle de Artillería, con portillo en la de Salinas; continuaba a la quinta puerta, que se llamaba de Salamanca, dividiendo la calle del mismo nombre de su arrabal; marchaba por la Ronda de Gracia, con portillo en la calle del Rey, quedando la plazuela y convento de San Agustín; seguía por la Ronda de Jesuítas hasta la séptima puerta, titulada de Santiago, en el lugar que estuvo la parroquia vieja de este nombre; continuaba por la derecha de lo que hoy decimos Cañada, pasaba el río frente al Hospital del Obispo Barrientos; se inclinaba a la izquierda, en donde hubo portillo; pasaba la Adajuela, y frente al matadero, en la misma Calzada vieja de Madrid a la Coruña, estaba la octava puerta, titulada de Tordesillas; de ésta, recta al Este, estaba la novena puerta, titulada de Valladolid, cuyo arco se conserva; de ésta seguía en la misma dirección a la décima, llamada de San Pedro, y llegando al prado del arenal o Aldehuela, cerraba la población al Caño de San Nicolás con la undécima puerta, denominada de la Antigua; hay indicios de todo el muro, más o menos marcados, pero que he descrito con algunas detenciones, porque no pasarán muchos años sin que desaparezcan. Creo que el Prior de la Colegiata, Sr. Aillón hizo planos de todo esto.

Parroquias (dentro del muro): San Antolín, San Facundo y Primitivo, La Cruz, San Juan de Sardón, Santiago y San Martín.

San Antolín, en la plaza Mayor y parte Sur y Centro, fue primero parroquia, continuó siendo a la vez que Colegiata, y suprimida ésta, sigue de parroquia mayor, con sus agregadas de Santa Cruz, regida por el señor cura párroco y cinco capellanes pensionados, organista, dos cantores, sacristán, campanero y acólito. Tiene algunas reliquias; regulares ornamentos, de ellos un moderno terno, regalo de Dª. Antonia Belloso Melgar, y se celebran los divinos Oficios por el orden que en la Catedral de Toledo, cuyas ceremonias estudiaron dos canónigos durante un año que permanecieron en aquella al intento.

El Santísimo Cristo que está en una de sus capillas, y que cita D. Antonio Ponz en sus Viajes, se titula el de la Paz; se conserva la estatua del fundador D. Fernando de Aragón, al lado del Evangelio, en la capilla mayor; los aldabones en sus puertas principales, son de la procedencia que cita la Historia, de Ossorio; dos estandartes para la proclamación de Reyes, de ellos el moderno, que sirvió para Carlos III, Carlos IV, Fernando VII e Isabel II, dibujado y bordado en oro por mi abuelo Manuel Rodríguez Salazar, de cuya habilidad dejó algunas pruebas, imitándole el abuelo materno de Miguel de Castro, uno y otro por gusto y afición. La capilla denominada del Pópulo, fundación del Rdo. D. Alonso García del Rincón, Arcediano de Cuellar, Canónigo de Segovia, Abad de Compluto, natural de esta villa, en fecha 15 de Maro de 1516, previa Bulas Apostólicas de 1513 por el Pontífice Augusto, cuya capilla había de llamarse de la Concepción sin mancilla de la siempre Virgen María; la cual tenía dos altares, uno en el interior y otro en la parte exterior de ella, con vistas a la plaza principal, y el él celebran, en tiempo de feria, para que los mercaderes no abandonasen los puestos; la dotó con cuatro capellanes, en cuya capilla se instaló después la Archicofradía del Santísimo Sacramento, ya antes creada, o sea,  en 28 de septiembre de 1499, también por concesión Apostólica, por Bula de Nuestra Señora de la Minerva de la ciudad de Roma, por el Santo Padre Gregorio X;  hoy no existe más que un capellán, y desapareció la Archicofradía, agregándose los ornamentos de ésta última a la parroquia.

A esta Archicofradía estaba agregada, la cofradía Sacramental, que estaba en el convento de la Trinidad con el título de nuestra Señora de los Remedios, y la Cofradía de idem de la parroquia de Santa Cruz.

Es el capellán actual, el licenciado en Teología y Jurisprudencia D. Antonio Torres Alonso, natural de esta villa, y de nuestra familia.

De la capilla de Quiñones eran compatronos fundadores los descendientes de D. Juan de la Serna y Dª. Antonia de Quiñones, fundadores a la vez de del mayorazgo del mismo nombre; los bienes de que estaba dotada la capilla se declararon  de la nación y fueron desamortizados por las leyes vigentes, y el patronazgo de la capilla lo posee Dª. Jesusa del Rivero, viuda del brigadier D. Joaquín María Belloso, natural de esta villa. De la capilla de San Cayetano era compatrono D. Francisco de Lobato, el Viejo, fundador del vínculo conocido con el mismo nombre de Lobato, y lo son sus descendientes de esta naturaleza.

La capilla de Nuestra Señora de las Angustias la fundó y dotó el Excmo. Sr. Marqués de Tejada y otros títulos, ampliándola con terrero que de su casa le cedió mi bisabuelo, D. Manuel Rodríguez de Manzano, por lo que le fue concedido para él y sus descendientes el ser sepultados en dicha capilla, y lo que tuvo lugar mientras fue consentido el sepultar en la parroquia. Los bienes con que dotó el Marqués la capilla se han desamortizado, y no hay en ella las triples Cuarenta Horas que cita la Historia de Ossorio.

Es la imagen más venerada que hay en esta villa, y el credo de su hermandad y limosnas se debe al culto  que constantemente tiene.

El último Abad que como tal ejerció en la Colegiata, fue D. José Zapata y Cáceres, y el último Canónigo de los cuatro que le sobrevivieron, lo fue D. Antolín Alonso González, primo carnal de mi padre, el que poseyó el patronazgo Real de legos, fundado por Manuel Alonso, el Viejo; la fecha de la supresión de la Colegiata, lo fue al tiempo del arreglo parroquial, en que estaba vacante la Abadía. La Vicaría ha seguido funcionando hasta la erección en Arzobispado del de Valladolid, hoy no existe más que un Arcipreste.

San Juan de Sahagún, San facundo y San Primitivo, con sus agregados de San Pedro, San Nicolás, y Sahagún, está en la calle Simón Ruiz, antes de Ávila, entrando en ella desde la plaza, a mano izquierda, en ella exíste la fundación de Misa de doce por el Comendador D. Luís Hernández Polanco; de pocos años a esta parte se deben a sus dignos párrocos y feligreses mejoras en culto, aseo y ornamentos; la sirve un párroco y sacristán, y en ella hay establecidas dos Cofradías: una, de la Sacramental, o de San Pedro, y la de los Santos Mártires Crispín y Crispiniano.

La Cruz y sus agregadas de Santa María del Castillo y San Salvador, sita en la plazuela del Pan, acera Norte. En ella está fundada  la Misa de once por D. Francisco Ortega y Lara, hoy compatrona Dª. Joaquina Murga y Magártegui, vecina de Bilbao; de muchos años venía siendo esta parroquia de una feligresía numerosa, y aun continúa; era la mejor tratada y que excedía en buenos ornamentos; más en el año de 1879 fue robada, llevándose dos ternos, palio y el gallardete, apreciado en 6.000 duros. Está servida por párroco y sacristán.

San Juan de Sardón estuvo en la plazuela de San Juan, mirando al Occidente, y a ella fue agregada la de Santo Domingo de Silos; fue entierro de los Ser. Quintanilla, quienes han seguido con el  patronazgo; hoy no existen más que las cuatro paredes, a medio demoler, de lo que fue iglesia, y en lo antiguo hubo Hospital, denominado de Quintanilla.

Santiago con su agregada de Santa María de la Antigua. Estaba en la parroquia vieja pegando a la muralla de la población al extremo de la calle de Santiago, hoy del Marqués de la Ensenada, en cuyo solar están las casas de Manuela Fariñas y heredera de Agustín Bellido; desapareció el siglo pasado, aunque hay algún resto. Expulsados los Jesuitas, fue concedida la iglesia de su colegio para parroquial de Santiago. El Señor de Ponz, en su viaje dice lo que es la iglesia; tiene un buen relicario, una lámpara de plata, peso de 100 a 120 libras, que no es la ganada a los moros, sino l que le pudo sustituir como recuerdo; pues creo tiene la F y la I de los reyes católicos; tiene poca feligresía, párroco v  sacristán. Esta parroquia  de la ronda de Jesuitas está extramuros de la que tuvo la población.

San Martín y sus agregados, San Juan de Sardón y Santo Domingo de Silos, están en la calle de su nombre; en ella se cumplen las obligaciones a que por sus agregadas de San Juan impuso a su mayorazgo el Conde de Quintanilla; tiene poca feligresía, tiene párroco y sacristán.

Convento de religiosos. En esta tercera población: San Saturnino, Santa Ana o Carmelitas Descalzos, el de la Santísima Trinidad, San Agustín, Dominicos, Carmelitas Descalzos, los de San José y San Francisco.

San Saturnino o Canónigos Premostratenses. Al tiempo de la exclaustración sólo había un Padre, administrando los bienes que la orden poseía en eta villa; de la iglesia no hacía uso, y estaba en solar lo que fueron celdas, habitando él una casa antigua; ésta se conserva en regular estado; la iglesia, rebajados sus muros, aguarda a que se la habilite a otro uso, y se acaba de demoler. Sobre el solar de celdas se han edificados varias casas pequeñas, y presumo que así el brazo de San Juan Bautista, como otras cosas de merito que pudieran tener, debió de ser trasladado todo ello a otro convento de su orden en tiempo hábil; estaba el convento en el arrabal de Ávila, mirando al Sur. Y en sus últimos tiempos el que más patrimonio poseía.

El de Santa Ana o Carmelitas descalzos, situado en la ronda del mismo nombre, está hundiéndose. Por el hecho de que sus iglesias primitivas de Santa Ana y la construida después por los Carmelitas, son de Patronato, se ha impedido la venta por la Hacienda; en él tomó el hábito y cantó Misa San Juan de la Cruz, actos, que esculpidos en dos grandes lienzos, se conservan trasladados en la iglesia de las religiosas de Santa Isabel; de los retablos se entregaron los lienzos de mérito, no sé por quién, y del resto se colocaron algunos en dicha iglesia de Santa Isabel; otros con San José, en San Miguel, otros en  San Sebastián, en San Facundo; otros en la Venerable Orden Tercera, y la imagen de Nuestra Señora del Carmen en la Colegial y su capilla del Pópulo; y el retablo principal está en Valladolid; sus bienes sufrieron  igual suerte que los Mostenses pues en todos se exclaustraron los Padres y se vendieron los bienes.

El de la Santísima Trinidad estuvo en el arrabal de Salamanca; éste, como los dos anteriores, fueron habilitados para cuarteles en la guerra de la Independencia, quedando muy mal parados; sólo había un Padre que cuidaba de él al tiempo de la exclaustración; fue vendido, y hoy no existe nada.

El de San Agustín o Nuestra Señora de Gracia, la cupo igual suerte; hoy en su solar hay edificadas dos casas y una panera, y el resto huerta-recreo; es bien conocido el lugar que ocupó además en la plazuela de su nombre; lo que en él se contenía Dios sabe donde fue a parar.

El de los Dominicos, o sea de Santo Domingo, o San Andrés, ya he dicho que estuvo en la segunda población; que le quemaron los franceses, y los religiosos se trasladaron a la casa palacio de la bondadosa e ilustre Srª. Condesa de Bornos, extremo a la calle de San Martín, derecho, vista a la plazuela de San Agustín. Eran los Padres en bastante número; fueron exclaustrados cuando los demás y vendidos sus bienes.

El de Carmelitas Descalzos, Corpus o de Santa Teresa, tenía colegio; de él salieron regulares teólogos, era el más numerosos en religiosos, bien ordenado y viviendo como todos los de su regla del trabajo y la limosna; estaba en la calle de Santiago, hoy de Marqués de la Ensenada, entre el Palacio del Marqués de Cilleros, Señor de Bobadilla, y el convento de Santa María Magdalena; no existe más que la mitad de la pared del frente, por respeto al ornato, y el interior en escombros.

El de San José o Descalzos Franciscos, en la plazuela del mismo nombre, del que es copatrono el Ayuntamiento, fue demolido y convertido en casa y huerta de recreo; sucedió en él, que luego de invadida España por los franceses, se quedaron solos un Padre y un lego por cuidarle, y creyéndoles con dinero, en una noche les asesinaron; todos nuestros mayores en tal concepto les tenía de santidad, que les tuvieron por mártires y defensores de su santa casa.

Y por último, el Colegio de la Compañía de Jesús, del que ya he dicho donde se hallaba, y a qué está destinada su iglesia; una huerta de él la poseyó, acto seguido, un particular, y en el resto estableció el Gobierno la fábrica de salitres, regularmente montada; funcionó hasta el año 30, en que se cerró; al fin se ha vendido, y hoy es huerta y casa de recreo.

San Francisco que estaba en la calle del mismo nombre, y próximo al río, ya dice la Historia, cuando fue incendiado por primera vez; reparado, se conservó hasta la guerra de la Independencia, en que los franceses le pegaron fuego en la misma noche que el de Santo Domingo el Viejo; quedó inhabilitable, se trasladaron los frailes a la ermita del Amparo, habitando celdas, y en ellas estuvieron hasta el año de 1829, en que repararon las celdas quemadas, acomodándose para el culto en la capilla de la Venerable Orden Tercera, contigua al mismo convento, hasta que fueron exclaustrados; eran en bastante número los religiosos y muy caritativos para los pobres; se vendió el convento y huerta por la Hacienda, salvo la citada capilla de la Tercera, Orden y hoy está sólo el solar.

Convento de religiosas: El de la Trinidad, Nuestra Señora de los Huertos, o Reales, Descalzas de San José, Santa María Magdalena, Agustinas Recoletas.

Las Trinitarias, se exclaustraron, facultadas por el Gobierno; se vendió el convento, y sólo está en pié la iglesia habilitada para panera; existía el extremo de la calle Carreras, acera de la derecha, con vista a la de la Magdalena.

Nuestra Señora de los Huertos, o Santa María del Real de las Dueñas, del Orden de Santo Domingo, está en pie, ocupado por 16 religiosas de clausura, situado en la plazuela denominada de las Reales, al Oeste de la población y extramuros antiguos.

Descalzas o Carmelitas de San José; fundado el convento por Santa Teresa de Jesús, se conserva en buen estado y existen 21 religiosas; hay mucha devoción con la imagen de la santa fundadora, como lo comprueban las varias alhajas, lujosas andas y otros objetos dados por los fieles.

Situado en la calle de Santiago antes, hoy de Marqués de la Ensenada, acera de Santa María Magdalena, de la misma calle, acera de la izquierda, más hacia la población, frente al palacio de D. Rodrigo de Dueñas su fundador; también está en regular estado, hay en él 16 religiosas, y así en éste como en los demás conventos enumerados, se omiten las circunstancias que de ellos dan la Historia de Ossosio, y el Memorial Histórico.

El de Recoletas, o sean Angustias Recoletas, por disidencia entre las pocas religiosas que había, se trasladaron a otros conventos, quedando alguna exclaustrada; la parte de habitación y huertas, se enajenó y se conserva en mediano estado, y la hermosa capilla o santuario, cuyas capellanías fundó el Ilmo. Dr. D. Bernardo Caballero de Pereda, aunque por o regular cerrado, está cuidado con esmero por su dueño o compatrono el Sr. Conde de Peña Florida, vecino de Bilbao. (Hoy están en él los Padres Carmelitas.)

Ermitas: San Roque, Nuestra Señora del Amparo, la de la Esperanza, la de Salinas, Nuestra Señora de la Orcilla, San Lázaro el Rico, Nuestra Señora de Párraces, San Antón, Tercera Orden y San Julián.

La de San Roque, extramuros, contigua a la carretera de Madrid, es patrimonio del pueblo, y se conserva en regular estado.

La del Amparo, de igual patrimonio, sita en la calle de Carreras; se conserva y se da culto en ella a su imagen milagrosa.

La de la Esperanza, que ocupaba el arco puerta de Salamanca, fue demolida hará cosa de seis años, sin que de necesidad fuese. La imagen, venerada de todos, y más particularmente de los vecinos del barrio, está en una de las capillas del Hospital general de Simón Ruiz, y de los vestidos y demás prendas ciuda la Junta de Beneficencia.

La de las Salinas, con las lagunas y terrenos contiguos, fue vendida por la Hacienda, la ermita la han reducido a casa y panera y la imagen está en la iglesia colegial, capilla de Quiñones en el hueco al lado de la Epístola del Altar mayor.

La de la Horcilla, fue abandonada desde el siglo pasado, y los bienes con que estaba dotada, agregados a la Abadía, y hoy enajenados.

La de San Lázaro y Párraces, ambas en la plazuela del mismo nombre, padecieron mucho durante la guerra de la Independencia, y hoy los muros, convertidos en casas, marcan el lugar que ocuparon.

La de San Antón, antes fue Hospital del mismo nombre, al extremo de que la calle de la Rúa Nueva, con vista a la de Cuenca y Toledo; los restos desaparecieron a principios de este siglo, y en el solar, se edificaron casas.

La de la Tercera Orden, ya he dicho que estaba incorporada al convento de San Francisco y fue con él en sus desgracias; hoy cubierta con sólo el tejado está dedicada al culto por la Hermandad de la Veneración Orden Tercera, la más observante de sus Reglas; aunque los individuos que la componen sean en su mayor parte clase obrera y proletarios, siendo envidia de los que con fe la consideran.

Y últimamente, la de San Julián, dejó de estar abierta al culto en el siglo pasado; después fue panera del Pósito y hoy Escuela de Instrucción primara. Está en el corralillo de su nombre, con vista a la calle Carpintería o Bravo.

Hospital general en el Arrabal de Salamanca, extremo de él a la derecha e independiente; fundado por Simón Ruiz Envito y Virues, natural de Belorado, en la Rioja, del comercio y vecino que fue de esta villa. Mediante concordia con el Ayuntamiento de la misma, aprobada por el Rey Felipe II en el año de 1592, se refundieron en él todos los Hospitales que llevo citados, excepto el de la Piedad que lo ha sido en el año de 1864.

Los bienes con que fue dotado y los de sus agregados, fueron respetados de la desamortización por considerarle fundación particular, no obstante como mucha parte de ellos  consistían en juros y diezmos, hánse liquidado y dado inscripciones  que convertidas importaban en 1872, 618.614 pesetas, capital líquido; renta anual, 17.633 pesetas. Las rentas a trigo en dicho año, reducidas a metálico, consistían en 3,356 pesetas.

Los foros, censos y rentas a metálico 3,962 pesetas, haciendo un total ingreso anual ordinario de 24.951 pesetas; de aquellas fechas al presente se han desamortizado en su mayor parte los bienes, y como la conversión de sus productos e inscripciones es tan laboriosa, no puedo decir en cifra fija cuáles son sus actuales rentas.

De la suntuosidad del edificio algo dice el Sr. Ponz en sus Viajes y Ossorio en su Historia, y mejor, los planos hechos por un distinguido canónigo o Prior de esta villa, D. Julián Ayllón; su estado de conservación es inmejorable, para explicar la fundación convendría proporcionarse copia del testamento del fundador; pero sí diré que había de componer la Junta de compatronos el Corregidor que fuera de esta villa, un regidor del Ayuntamiento, el Abad de la Colegiata, el Prior del convento de San Andrés o Dominicos, y uno o dos vecinos de probidad y arraigo de la población, el administrador lo había de ser eclesiástico, con varios otro capellanes para la cura de almas y Oficios divinos, médico, boticario, practicante y enfermeros de ambos sexos; hubo un tiempo en el cual no se cobraban diezmos, ni alcabalas y el producto de rentas fue escaso, estando a punto de no funcionar; más hoy, con los ingresos que dejó puntualizados, se regulan anualmente 10.000 estancias; le sigue dirigiendo la Junta de Beneficencia; es administrador un seglar, hay capellán fijo para cura del alma, asisten, alternando por meses, los dos facultativos titulares; igual hacen las dos boticas que hay en esta villa; tiene practicante, enfermero, enterrador y cuidan de los enfermos y del mobiliario seis Hermanas de las Calidades o Sierva de María.

En el  mismo establecimiento está colocado el torno para recoger los niños destinados a la Casa-Hospicio, bajo la vigilancia del portero, y por evitar desgracia en el retraso de aplicarles el agua del Bautosmo, se concedió por el Ilmo. Sr. Arzobispo de la Diócesis, Fr. Fernando Blanco, en su visita Pastoral, que se pusiera pila de Bautismo, que viene funcionando. También la Junta de Beneficencia, cumpliendo con lo dispuesto por el fundador de la Piedad, suministra de tes a cuatro pensiones, lactancia de hijos naturales pobres de esta villa, limosnas a pobres enfermos, que han menester viajar precisando alivio, y advirtiendo que a la vez que Simón Ruiz fundó el Hospital, lo hizo de dos mayorazgos, los que por falta de sucesión en ellos, recayeron en el Hospital, llamando a heredar en último término.

Cuartel: Del antiguo existieron restos adonde dicen el Cristo de la Piedra, al extremo de la calle Ravé; del plano director y tiempo de su construcción, que lo era en el siglo pasado, bastante dice Ponz en su Viaje por España. Al principio de la guerra de la Independencia, le pegaron fuego los franceses y se quemó cuanto arder podía; y en aquellos años en que fue la miseria que costó un pan 20 reales, fueron los vecinos saqueándole del hierro que tenía en las rejas todas sus ventanas, y por hallarse abandonado, fue también constante  la saca de piedra y ladrillo, ya para obras públicas ya para particulares.

Carnicerías: El Sr. Ponz, ya citado, dice todo cuanto hay que decir de ella, y es lástima que hoy, en vez del destino para que fueron construidas, sirven únicamente de matadero, por perjuicio del edificio y de la salud de los vecinos.

Casa Consistorial: La antigua tuvo hacia las carnicerías, la actual a que me refiero es de construcción sólida y muy capaz; tiene dos salas hermosas, que forman triángulo, y en él estuvo siempre el oratorio para que en día de sesión, desde una, pudiera el Ayuntamiento oír Misa, y desde otra los particulares. Varias veces se ha tratado del arreglo de su Archivo, pero lo cierto es que con más o menos cuidado, y es difícil de averiguación saber lo que encierra. La parte que ocuparon los Corregidores para morada, lo está hoy por una de las dos maestras de niñas con local para escuela; y en el piso bajo está la sala Audiencia del Juzgado de primera instancia, la del Juzgado municipal, el Archivo de escrituras o Notariado del partido, Secretaría del Ayuntamiento y habitaciones para porteros.

Al Ayuntamiento está compuesto de doce individuos, o Alcaldes primero, segundo y tercero, Regidor Síndico y ocho Regidores, en lo antiguo los hubo perpetuos, cuyo derecho se transmitía; hasta el año de 1830, fue obligatorio el traje de uniforme en actos de sus funciones, consistentes en calzón corto, chaleco y chupa, bajo la hebilla, todo negro, y aún antes, espadín; los porteros siguen como entonces, sombrerete y manto de damasco encarnado y maza, excepto la golilla, y los alguaciles igual que el de los Regidores, solo que el sobrero era en forma de bonete pequeño, capa corta, golilla y vara; repito que solo dos porteros tiene traje antiguo. La villa tiene el título de muy noble, muy leal y coronada, y el Ayuntamiento el de ilustre; goza del privilegio de asistir cubierto en todo acto religioso en que no se manifiesto el Señor, y el de usar de dosel en donde funcione tal Corporación. Como tal, solo sus Comisiones le representan fuera de sus salas para todo acto que no sea religioso y solo oye por escrito, esto último bastardeado algo,  su Secretaría la componen el Secretario, oficiales primero y segundo, y dependencias, abogado consultor, dos médicos-cirujanos titulares, dos maestros y otras dos maestras de instrucción primaria, preceptor de Latinidad, hasta que se establecieron los dos Colegios de segunda enseñanza en el año pasado, director de obras, inspector de alientos, porteros, alguaciles, serenos, guardas de patios pinares y rurales, y voz pública o pregonero, todos dotados; teniendo representación, según las leyes generales del Reino, en Juntas de Beneficencia, Sanidad, Instrucción, etc. Su presupuesto se invierte regularmente, echándose de menos reformas y mejoras que de tanto ha menester la localidad después de dos siglos de continua decadencia y con especial desde principios del presente por las desgracias generales de la nación o por las privadas del pueblo.

POBLACIÓN EXISTENTE [1]

Núm. 1 Plaza Mayo o de la Constitución.- Consta de 72 casas, con casi tres lienzos de soportales en ella, y al Sur se hallan la parroquia mayor o de San Antolín, la casa Consistorial, la cárcel y el resto de lo que fue palacio de los Reyes. En la acera de enfrente, o Norte, los empedrados, o dos paseos de los mercaderes, y aún existen dos columnas y basas de otras que sirvieron para cerrar con cadenas el sitio de la contratación, Bancos de Génova, donde se giraron las primeras letras de cambio.

Desde el centro de la plaza, hacia el Este, está el callejón del Mercado, que da salida a la plazuela del mismo nombre, y de ella continúan o parten los callejones denominados Antigua de Pataca y la Calva, que se terminan en la ronda de San Francisco. A espaldas de la muralla antigua, que por dicha ronda venía, estuvo la calle de Cantarranas, de la que nada existe.

La parroquia mayor de San Antolín fue Colegiata con Abad y canónigos, fundada por D. Fernando de Aragón, cuya estatua se conserva al lado del Evangelio, del altar de la capilla mayor, que construyó D. Juan Ruiz de Medina. La capilla llamada de los Quiñones pertenece a los señores de este apellido. La de Nuestra Señora de las Angustias o Dolores, pertenece al Marqués de Tejada; al lado de la casa de mi bisabuelo o Manzano y casa Consistorial ya dicha, o nuevo Ayuntamiento, y en la fachada de la Colegial la capilla o galería de la Virgen del Púpolo, en la que, durante las ferias se decía Misa, que oían desde la plaza los mercaderes. En la torre de la Colegial aún se conserva el notable reloj, que sobre la esfera tiene los dos carneritos para dar los cuartos, y en el remate de la torre la gran campana y los dos maragatos con mazos para dar las horas. En esta puerta de la Colegial están los aldabones que trajeron los medinenses de la conquistas de Ronda.

Al costado Este de su atrio desemboca la calle de Carpintería, hoy Bravo, y al costado Oeste la de Salamanca, sobre cuyo arco existe el balcón que usaba el Cabildo  de Canónigos para festejos públicos. En la acera del Oeste desemboca, o la parte, la calle del Almirante, y en su izquierda denominado Potrillo, estuvo el Palacio que fue de los Reyes, cuyo balcón perteneció al Cabildo mayor de curas rectores de esta villa, y la derecha se llama acera de la Joyería.  Al Norte está la acera de la Especiería, y a un extremo de la calle Rúa Nueva, antes de San Francisco, y hoy Padilla y Maldonado, respectivamente; y al otro extremo la de la Rinconada, que en lo antiguo fue callejón de salida, denominado de la Calva, que enlazaba con el de Pataca y con el del Mercado, a morir unos y otros a la ronda de San Francisco. Al lado Este de la gran plaza está la acera de la Mercería, y en su medio el callejón ancho del Merado. En medio de la plaza hay una fuente que ha sufrido últimamente notables reformas.

Núm. 2.  Calle de Ávila, hoy de Simón Ruiz._ Entrando en ella desde la plaza, a mano izquierda, estuvieron las casas de Simón Ruiz Envito, fundador del Hospital principal, y hoy de particulares. A continuación la iglesia de San Facundo y San Primitivo, a la que están agregadas las de San Pedro y San Nicolás; pasando, o después, estaba el Salón de curas Rectores, y al extremo de dicha acera las casas de los mayorazgos de Rincón, fundados por el Rector D. Juan Fernández y el general Maestre de Campo D. Diego de Durango del Rincón, hoy de D. Ignacio de Aspe. En la acera de la derecha se hallan, primero, la casa en que estuvo el Santo Oficio o Inquisición, sobre cuyos restos demolidos, hará unos cinco o seis años, ha edificado casa D. Marcos Belloso, y luego las casas que últimamente poseyó D. Benito Fernández Polanco, sucesor de los mayorazgos de este nombre, descendientes de los siete antiguos linajes, casas hoy de D. Eusebio Girando, del comercio, y Diputado Provincial. Al extremo la panera del Pósito, que contenía en 1829, cinco mil o más fanegas  de trigo, hoy escuela de niños, cerrando la calle la puerta de Ávila, cuyo arco fue demolido en 1865.

Núm. 3. Arrabal de Ávila y Cañuelo.- En él se halla, a la izquierda, el sitio del convento denominado de San Saturnino o Premostratenses; a la derecha, casas en cuyo sitio estuvo la del célebre Andrés Voca, que se dice reedificador de la Mota, y sitio del cuartel antiguo, y al extremo Este el caño del Cañuelo, cuya cañería continúa al de la plaza.

Núm. 4. Ermita de San Roque.- Y a la izquierda, según se va a él, la alameda del Molinillo o Chopal.

Núm. 5. Calle del Corral de la Antigua.- Cerrado antes, hoy abierto, y en él el solar de la casa del Mayorazgo, fundado por Dª. Beatriz de Aguilar, que poseía en 1813 D. Francisco de Quiñones Ossorio, hoy denominado Parque.

Núm. 6. Ronda de Santa Ana.- En ella, y a la izquierda, estaba el antiguo convento de este nombre; por ella baja una cañería que vertía en la calle de San Francisco, pegada a la puerta y muros del convento, y de la balsa marchaba el agua a las carnicerías, para en añilar echar el pescado de abasto en remojo. En dicha ronda están las ruinas  del indicado convento de Santa Ana y después Carmelitas Descalzos, en que tomó el hábito y cantó Misa San Juan de la Cruz.

Núm. 7. Calle Carpintería, hoy Brazo.- A la salida de la plaza y hacia la izquierda, se halla la casa principal en que vivió D. Juan Sánchez de la Peña y Lisón, poseedor del mayorazgo que fundó D. Pedro Mondragón, el Viejo, como sucesor de D. Juan Lisón de Tejada y Castañeda, Capitán retirado en 1790, y descendiente de uno de los siete antiguos linajes. Después del ángulo de la calle, más arriba, a la derecha, el Corralillo de San Julián, donde estuvo la ermita del mismo nombre, después panera del Pósito, y hoy escuela de niños. La última casa a la izquierda y esquina, es la que ocuparon y en la que tuvieron escuela D. Francisco Rodríguez Alonso, y Dª. Manuela Castro y su hija Dª. María Rodríguez, padres y hermana, respectivamente, del D. Francisco y D. Manuel, de quien son estas notas; casa que habita D. Carmelo Domínguez  y Dª. Manuela Rodríguez, hija única de D. Manuel, y sus hijos.

Núm. 8. Corral de bueyes, hoy plaza del Sol.- Es espacioso, y en él hubo feria y mercado de reses y aún otros ganados.

Núm. 9. Plazuela del Carmen.- En ella estuvo una puerta de la muralla antigua.

Núm. 10. Calle de Villanueva

Núm. 11. Calle de Ravé.- En ella es donde en la actualidad están las principales bodegas, y cerca las primera y segunda calles Tejada, en terrenos que eran del Marqués del mismo nombre, y hoy casas particulares.

Núm. 12. Calle de la Angustia

Núm. 13. Calle de Lobaro.- sus casas son foreras o ligadas al vínculo de este nombre.

Núm. 14. Calle de Troncoso.- Lleva este nombre por ser señor de sus terrenos el Conde de Troncoso.

Núm. 15. Cuartel de Caballería.- Obra del siglo XVIII y aún no concluido; fue quemado en 1809 por los franceses.

Núm. 16. Calle Enlosada y del Infiernillo

Núm. 17. Calle de Salinas.- Con portillo en la muralla a su extremo Sur.

Núm. 18. Calle de Carreras.- (No señalada; cae al lado del 24.)- En esta calle, y a la mano izquierda, está la ermita de Nuestra Señora del Amparo, antes Hospital de este nombre, y a la derecha, el solar del convento de la Concepción o de la Santísima Trinidad, y parte del que antes fue de religiosas de la misma Orden; se exclaustraron las monjas en 1837,  y de la iglesia se ha hecho panera de trigo.

Núm. 19. Camino de Ravé.- En este camino de Ravé viejo estuvo la antigua casa denominada Mancebía (se comprende cerca del cuartel) y la torre de Fragüel, de las que nada existe, más desde ella sale un sendero que muere a esquina del cuartel de Caballería, llamado de los muertos, porque la tradición señalaba en él un corral para sepultar los cuerpos desde los primeros siglos del la Iglesia, en que se emplearon los cementerios.

Núm. 20. Ermita de Nuestra Señora de las Salinas.- Cuya capilla se vendió con las lagunas, eras y demás terrenos, para fabricar el salitre; dista como media legua de esta parte del poblado, y al destruir la ermita la imagen de la Virgen fue traída a la Colegiata.

Núm. 21. Calle de la Artillería

Núm. 22. Calle de la Magdalena

Núm. 23. Calle de Salamanca.- En la parte izquierda de esta calle, está la casa en que vivió la Srª. Dª. Manuela Rodríguez Valderrábano, viuda de D. Juan Antonio de Cote Montalvo y Morejón, Marqués de Ordoño, cuyo mayorazgo poseyó antes el Comendador Pedro Morejón, que tuvo sus casas en esta calle, y de cuya señora se conservan grandes recuerdos, pues fue tanta la caridad para con los pobres, que a pesar de sus cuantiosas rentas, la distribuía en totalidad  entre ellos. En la acera de la derecha, en 1762, tuvo su casa el Ilmo. Sr. D. Bernardo Caballero de Paredes, Obispo que fue de la ciudad de Oviedo, la cual pasó después al Marqués de Peña Florida, hoy casas particulares; cerraba la calle la puerta llamada de Salamanca, sobre cuyo arco estaba la ermita de Nuestras Señora de la Esperanza o de las Nieves. En la misma calle, y a la mano misma derecha, esteban las casas de los Marqueses de Pizarro, destruidas en 1808.

Núm. 24. Arrabal de Salamanca.- Tuvo en el las casas principales del fundador del vínculo de Lisón, D. Pedro Mondragón, el Viejo. En la acera de la izquierda, tuvo el convento de la Trinidad o Espíritu Santo o Trinitarios calzados, con vistas a la de la calle Carreras, al cual he conocido con monjes; fue luego demolido, y se vendieron sus ruinas, y a la derecha, y a su extremo, el Hospital General, fundación de Simón Ruiz Envito, en el que se refundieron todos los Hospitales de que vengo hablando.

Núm. 25. Granja o casa de labor de los Jesuítas.- Bastante más allá de estos sitios; hoy ya no existe.

Núm. 26. Despoblado de la Golosa.- Pueblo pequeño, como a unos tres cuartos de legua de Medina, cuyos habitantes quedaron sepultados en el hundimiento de las bóvedas de San Agustín, estando en el sermón del Descendimiento.

Núm. 27. Calle de Cerradilla.- Fue accesoria del Palacio de los Reyes, hoy casas y terreno de particulares.

Núm. 28. Ronda de Gracia.

Núm. 29. Calle de Zamora.

Núm. 30. Calle del Almirante.- A su parte izquierda está la casa que pertenece  a D. Gonzalo María de Ulloa y Ortega, actual Conde de Adanero, la cual ocupa su administrador, y en ella vivió siempre su familia, hasta 1828; siendo el abuelo D. Álvaro de Ulloa Cáceres Carbajal y Aranda Suárez de Lugo y Silva, Conde de Adanero, Marqués de Castro-Serna, Regidor perpetuo y vecino de esta villa en 1813, familia que desciende de uno de los siete antiguos linajes; en esta casa se conserva desarmado el coche que usó el Marqués de la Ensenada. En una de las casas del Conde de Adanero, está uno de los Colegios de segunda enseñanza. A la derecha está el Palacio del Marqués de Tejada, Conde de Torrejón, Marqués de Valverde y Carranza, descendientes del Almirante, que dio nombre a esta calle.

Núm. 31.  Calle del Rey.- El ella estuvo el Palacio y huerta de los Reyes, y a su extremo hubo en la muralla un portillo denominado de la Cruz Verde.

Núm. 32. Plazuela del Real o de Recoletos.- En ella está el templo de Recoletos, del que es compatrono el Sr. Murga y Barrera. Las monjas Agustinas que le ocupaban le dejaron en 1838, siendo el convento vendido por la Hacienda (hoy ocupado por Padres Carmelitas). En la calle o plazuela de Quintanilla está el Teatro de Isabel la Católica, que el Ayuntamiento, por subscripción y acciones reformó ahora dieciséis años; hay por temporadas funciones, y también alguna vez de aficionados.

Núm. 33. Calle de San Martín.- Principia en la plazuela del Pan; a la izquierda está el dicho teatro y el Palacio del Conde de Quintanilla, cuyos bienes poseen los herederos de D. Paulino Flores Heranz de Sieteiglesias. Le ocupó en 1777 D. Pedro de la Rivera Quintanilla, descendiente de uno de los siete linajes de esta villa, Caballero del Orden de Santiago y Alférez mayor. Fundado el mayorazgo por Gutierre Pérez Mercado, tiene los títulos de Mendoza, Hijar, Sotomayor y otros, reuniendo también el mayorazgo fundado por Blas de la Rúa Ibar; y al extremo de dicha cera, casa por medio, están los restos de la casa denominada de los Leones o de león y Castañeda, que fue del fundador del mayorazgo  de Castilleja, D. Cristóbal de la Peña Moro. A la derecha de esta calle está la casa que también fue del dicho Quintanilla, que hoy poseen os herederos de Claudio Barena, la casa que ocuparon los mayorazgo de Montalvo, descendiente de los siete linajes; la casa-palacio del Marqués de Torreblanca, Peralta y Falces, hoy de D. Felipe Sáez Perrino, por su mujer Dª. María Carballo. A continuación la parroquia de San Martín, a la que fueron agregados San Juan de Sardón y Santo Domingo de Silos. Después la casa-palacio de la Condesa de Bornos, hoy de Munilla, duela del mayorazgo de Torre y Eguiluz, el cual ocuparon los Padres de Santo Domingo hasta su exclaustración, por haber quemado su convento los franceses, y al final de esta calle la puerta de la muralla llamada de San Agustín, antes de San Martín.

Núm. 34. Plazuela de San Agustín.- En ella estuvo el convento de la Orden de este santo, llamado también de Nuestras Señora de Gracía, desamortizado es hoy casa y huerta de D. Leocadio Fernández. En la misma calle, está la casa-palacio del mayorazgo de Galarza, que poseyó D. Antonio de Galarza en 1770, y la última señora que lo ocupó falleció en 1833. Hoy pertenece a D. Ramón María del Canto Berceruelo, y se halla en él un Colegio de segunda enseñanza, denominado de San Agustín, con 60 alumnos.

Núm. 35. Barrientos.

Núm. 36. A distancia de tres cuartos de legua, el sitio que ocupó la ermita de Nuestra Señora de Orcilla.

Núm. 37. (Por bajo del 39, dice 31.) Plazuela de Quintanilla.- Donde está la casa-palacio  del Conde de Adanero.

Núm. 38. Calle de la Plata.- Y en ella el callejón de los Coches

Núm. 39. Plaza del Pan.- En ella está la parroquia de la Cruz y sus agregadas Santa María del Castillo y Nuestra Señora de la Antigua.

Núm. 40. Plazuela d San Juan.- En ella estuvo la parroquia de San Juan de Sardón, y su agregada de Santo Domingo de Silos; en ella, hubo un Hospital denominado de Quintanilla. Y está la casa-palacio del mayorazgo de Murga y Barrera, fundado por el Capitán Pedro Arias del Castillo. Hoy es cuartel de la Guardia civil.

Núm. 41. Calle de Santiago.- Hoy del Marqués de la Ensenada. A la izquierda se halla  el palacio abandonado del Marqués de Cilleros, señor de Bobadilla, y Alcaide de la Mota, destinado a panera, sin perder su primitiva forma. Luego los restos del convento del Corpus o Carmelitas descalzos, o d Santa Teresa, donde conocí Colegio de la orden. Después, el convento de religiosas Agustinas de Santa María Magdalena. A la derecha, el palacio de D. Miguel Dueñas y Rivas, Señor de Hornillos, y de El Espinar, ocupado por su hijo e inmediato sucesor D. Celestino de Dueñas Rodríguez, descendiente de uno de los siete linajes. Después, el convento de Carmelitas descalzas de San José, fundación de Santas Teresa. Al extremo, la puerta de Santiago, y, a su lado, algunos restos de lo que fue parroquia de Santiago el Viejo.

Núm. 42. Ronda de los Jesuítas.

Núm. 43. Calle de Chalamandrin.

Núm. 44. Calle de las Damas.

Núm. 45. Convento de monjas de Santa María la Real de los Dueñas.- Dominicas, o de Santa María de los Huertos, fundación de la Reina Dª. Leonor.

Núm. 46. Convento de los Jesuitas.- Expulsados que fueron , la iglesia es hoy del Apóstol Santiago, y el resto fue Fábrica Real del Salitre, hoy huertas y casas-granja del Conde de Adanero y D. Manuel López Junquera. En la iglesia estaba enterrado el Marqués de la Ensenada, y en tiempo de la revolución se trasladador sus restos a Madrid. También existe en ella el Patronato Real de legos, fundado por Manuel Alonso, el Viejo, ascendiente nuestro y apellido de mi abuela paterna.

Núm. 47. Plazuela de San Lázaro.- Y en ella la ermita de este santo, hecha casa.

Núm. 48. Ermita de Párrocos.- Demolida y sobre los restos casa.

Núm. 49. Ferrocarril de Salamanca.

Núm. 50. Ferrocarril de Zamora.

Núm. 51. Calle de la Rúa Nueva, hoy de Padilla y Real en lo antiguo.- Quemada en tiempos de las Comunidades; en ella se encuentran los muros y cortafuegos mandados construir por Isabel la Católica, y en esta calle los grandes almacenes y contrataciones. A su salida con dirección al Norte, y a mano izquierda, estuvo la ermita y Hospital de San Antón.

Núm. 52. Calle del pozo.

Núm. 53. Calle de Cuenca, hoy de Toledo.

Núm. 54. Calle de Toledo, hoy de Cuenca

Núm. 55. Calle de Gallegos, hoy de Segovia.

Núm. 56. Calle de Juan de Álamos.- Nombre de un caballero que cita Ossorio, y plazuela de Descalzos, en la que estuvo el convento de San José, Franciscos descalzos, hoy demolido, granja de los Sres. Montealegre.

Núm. 57. Puente de Piedra, llamado el Nuevo, hoy de Zurradores.

Núm. 58. (Sin señalar; cae por debajo de los 67 y 64.) Paso de la Muralla.- Sobre el río Zapardiel, y en los muros hallados ha pocos años, se colocó un puente llamado del Obispo, sin duda por estar en frente al Hospital de Barrientos.

Núm. 59. Casa llamada Blanca.- De D. Miguel de Dueñas y Rivas, uno de los antiguos linajes; la forma un terreno de cercado de 20 hectáreas, y en ella castillo y casa con torre de privilegio, oratorio, habitaciones espaciosas, casa de guarda, establos, alameda y huerta, con estanque, manantial y fuentes.

Núm. 60. Río Zapardiel.- Linda en él: al Oriente, como a media legua del pueblo, un molino llamado de Lobato; otro, al cuarto de legua, denominado de los Sres. Marqueses de Tejada; le pasaba la muralla en los dos extremos, Este y Oeste, sin que pueda decir si servía para el público de puente; al frente de la calle de San Francisco había un puente, cuyos muros eran de cal y canto menudo y de aluvión, como todas las obras de que he tratado. El principal de los puentes que le cruzan es el llamado de Cadenas, que si bien en de sillería, como e ya citado de Zurradores, el origen debió ser de lo más antiguo de medina; hoy tiene además, al Oriente, el puente de la carretera de Madrid a la Coruña y dos del ferrocarril del Norte, y en el centro, el de hierro, líneas de Zamora y Salamanca unidas, y al poniente hubo otro puente llamado puente de ladrillo.

Núm. 61. Carretera de Madrid a la Coruña.- construida por el año 1842 a 1843, a la que empalman las provincias para Olmedo, para Peñaranda y para Nava del Rey, construida con posterioridad.

Núm. 62. Ferrocarril del Norte.- Se inauguró el 3 de Septiembre del año 1860.

Núm. 63. Convento de Nuestra Señora de la Visitación (Fajardas Dominicas).- Se exclaustraron las monjas, año 1836; se vendió y fue demolido.

Núm. 64. Hospital de la Piedad.- Fundado por Fr. López de Barrientos, Obispo de Cuenca; le dotó para enfermos pobres vergonzantes; se hacían limosnas a domicilio, y existía dotación de facultativos para los pobres; se desamortizaron los bienes en tierras y diezmos; los productos en inscripción se agregaron al Hospital General, y la Junta de Beneficencia cuida de sostener el edificio, al que estuvo agregada la ermita de San Alejo, hoy demolida.

Núm. 65. Parroquia de San Andrés.- Antiquísima, después se destinó a convento de la Orden de Santo Domingo, y fue quemada por los franceses a principios del siglo, en la misma noche en que lo fue el convento de San Francisco; conocí todo lo que no era de consumir por fuero; se vendió por la Hacienda, y solo quedó el torreón de cal y canto, pilón en que se cimentaba la torre; lo demás es huerta de hortalizas de D. Eustaquio Rodríguez.

Núm. 66. Calle de la Rivera Vieja.- Cortada por los ferrocarriles de Zamora y Salamanca; en ella estuvo el convento de Nuestra Señora de la Visitación o Fajardas Dominicas, y hoy está el Hospital de FR. Lope Barrientos.

Núm. 67. Labajuela y en lo antiguo Adarilla.- Toma agua de las cuestas de Pozaldez y de Pozal de Gallinas, descansando éstas en lo que se dice laguna de Santa Clara, de la que nace; antes vertía a la laguna que se decía del Sombrío, pegada a la muralla extramuros, sigue y la atraviesa un puente pequeño, denominado el Chorrito, otro alcantarilla de los ferrocarriles, otro de la carretea de la Coruña, y desemboca en el río, teniendo y pasando a su curso por las alamedas del Chollo y Matadero, en lo antiguo Molinillo y Rabanillo.

Núm. 68. Puerta de Tordesillas.- Próxima a ella se halla el Matadero.

Núm. 69. Caño y fuente del mismo nombre.

Núm. 70. Tenerías.- Antiquísimas, de que no existen más que las señales de la profundidad de los noques.

Núm. 71. (Sin señalar; más arriba del 72.) Parroquia de San Esteban.-  En la que conoció mi padre enterrar; se halla partido el solar por la carretera.

Núm. 72. Puente de Cadenas.- Llamado así porque hasta el año 1827 no tuvo más baranda que las cadenas que los tercios medinenses trajeron de la batalla de Las Navas, gamadas a los moros, y con las cuales tenían cercado el campo; estaban puestas en el puente, luego depositadas en la parroquia de San Miguel, hasta que se emplearon en la balaustrada del caño de la plaza.

Núm. 73. Calle de Valladolid.- En que estuvieron las casas de los principales labradores, el Palacio del Marqués de Falces y Torreblanca; como a mitad de ella, a mano derecha, a la travesía de la Labajuela, está el caño o fuente Santa, al extremo, la parroquia de Santo Tomás, Apóstol, y al fin el arco puerta de Valladolid.

Núm. 74. Ermita de San Sebastián.- No existen ni señales de ella.

Núm. 75. Ermita de la Soledad.

Núm. 76. (Sin señalar; al lado del 72.) Parroquia de San Miguel, Arcángel, y sus agregados San Salvador, San Juan de Azogue y San Andrés. Existe en é el Santo Cristo del convento de San Bartolomé y curiosas inscripciones en lápida sepulcral.

Núm. 77. Calle de la Herrería.

Núm. 78. Plaza de San Nicolás.- Existieron las casas y paneras de la Alhóndiga del Ayuntamiento, casa y peso de la harina del mismo.

Núm. 79. Ermita de Nuestra Señora del Camino.- Fue parte de San Nicolás.

Núm. 80. Parroquia de San Nicolás.

Núm. 81. En el puentecillo llamado del Chorro, citado al núm. 67; había y hay dos caños: de parte acá de la labajuela estaba el de San Nicolás, cuya cañería  viene por el camino de Pozaldez; y de parte acá de la labajuela, a lado opuesto, mirando a Santa Clara, vertía el chorro: uno y otro son solo un caño, y del de San Nicolás, como sobrante, continuaba una cañería y vertía al río, al lado derecho del puente Cadenas, entrando por Santa Isabel, a cuya fuente se la llamó Caño de la Cárcel, que conocí correr; hoy todo el caudal de agua del de San Nicolás y Cárcel, vierte en los lavaderos, opuesto al lado del puentecillo, donde se hacía el Chorro, y éste ocupa la cañería y sitio del de San Nicolás.

Núm. 82. Comprendido en la explicación anterior, o sea núm. 81, lavaderos con agua del de San Nicolás y Cárcel; núm. 82, chorro trasladado del lado opuesto.

Núm. 83. Parroquia de San Pedro.- Demolida y ocupado parte de su solar por la estación.

Núm. 84. Puerta de San Pedro.- En la muralla.

Núm. 85. Calle de San francisco, hoy de Maldonado.- Existe en ella la capilla de la Venerable Orden Tercera, y los escombros del convento del mismo nombre; fue presa de las llamas la calle y el convento en tiempo de las Comunidades; reparado le quemaron los franceses a primeros de siglo; estuvieron los frailes de Nuestra Señora del Amparo hasta el año 1829 , en que volvieron a ocuparle; y desalojados cuando todo se desamortizó y demolió, el médico Sr. Remolar, a la vez que el del Corpus Cristo; por lo que era capilla mayor, pasa la carretera de la Coruña. Frente a la calle están las carnicerías, y reconocido el paredón de cal y canto en el río del puente, cuyo nombre ignoro, pero que era, indudablemente, el principal, por estar frente a él las Casas Consistoriales antiguas –se entiende del lado opuesto del río- existiendo aún la olma de que hace mención la historia llamada Memorial Histórico.

Núm. 86. Convento de Santa Isabel.

Núm. 87. Casas Consistoriales antiguas.- Hoy son sólo sótanos o peña viva, había casas de nominadas de los Corregidores, Tenientes y Alcaides de Cárcel.

Núm. 88. Calle de Serranos.- Partía de la calle de Herrería, con dirección a la Puerta del Sol, la que indudablemente fue en los antiguos tiempos una de las mejores de la población; no existe la menor señal.

Núm. 89. (Sin señalar; cae al lado del 87.) Lugar que ocupó la cárcel, y al frente, en la margen del río, el caño que conocí con el mismo nombre, cuya balsa y frontis databa de época posterior; la primitiva que debió de ser de origen antiquísimo.

Núm. 90. Convento de San Bartolomé, Orden de San Benito.- Tenía entrada a la calle de Serranos, y a la espalda, entrada también, a la calle de Escuderos, subida a la Mota; nada existe.

Núm. 91. Castillo de la Mota.- Puerta única para la plaza que dice de Armas.- Creo sea una que está en el cuadro del castillo; no estoy seguro si esta puerta corresponde con la llamada de San Vicente.

Núm. 92. Plaza central de construcción, cal y canto, fuertísima o central del castillo.- A esta deben aludir las noticias de Ossorio, por convenir los pies de sus lienzos, y que de trecho en trecho sostenía muros o torres del doble o triple grueso de ella; existe muy poco.

Núm. 93. Dentro de la anterior plaza estaba la parroquia de Santa María del Castillo, cuya torre rematada como la muralla aspillarada.

Núm. 94. Torre del castillo, o castillo.- Empieza a destruirse; fue visitada por Alfonso XI, el que recomendó su conservación, y algo se respeta; tiene al rastrillo las armas en tres diferentes escudos de los Reyes Católicos.

Núm. 95. Torre de cal y canto en forma de castillo, aislada y hueca, demolida.

Núm. 96. Puerta del Artacho, en que moría la calle de la Rúa Vieja; existe algo del cimiento, y en la calle un pequeño trozo de empedrado.

Núm. 97. Convento de Santa Clara, Orden de San Francisco.

Núm. 98. Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias.- Su construcción era de cal y piedra, su torre aspillerada; la conocí con puertas, no existen más que escombros.

Núm. 99. Torre igual a la núm. 95, demolida.

Núm. 100. Pozo de Nueve.- En la muralla, hay de particular dominio, el terreno del pozo y torres, y se denomina Alpujarras.

Núm. 101. Otra torre como los números 95 y 99.

Núm. 102. Ora idem id.

Núm. 103. Ermita de San Cosme.- Estaba a la entrada, al camino de Moraleja, un tiro de bala a la muralla; desde ella existió el Calvario hasta la ermita que sigue.

Núm. 104. Ermita de los Mártires.- En ella terminaba el Calvario Viejo; solo hay una Cruz de piedra, como todas fueron, en el frente de la entrada de esta ermita.

Núm. 105. Puerta del Sol.- A cuyo lado Este se extraen los cimientos de los que fueron panaderías, en su mayor parte de cal y canto.

Núm. 106. Pase de la muralla por el río.- Los tres muros o cuatro de los dos arcos los he conocido, el centro era de cal y cemento y flor ladrillo; así este paso, como el de Poniente, presumo sirvieron de puente a la vez que de defensa.

Núm. 107. Y 108. Puente de ferrocarril e igual el núm. 109, de los que ya he tratado.

Núm. 110. Otro puente en la Carretera de la Coruña.

Núm. 111. Cruce denominado Simplón.- Sirve para la vertiente o conducción de aguas.

Núm. 112. Igual que el anterior es este cauce, solo que se le denomina.- Tarde el hombre, Golosa, Ordilla, etc., que son los sitios de donde recoge, y vierte en la Dehesa de abajo, tres cuartos de legua al Occidente.

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ALREDEDORES

Núm. 113. Cuesta del aire y cueva de Morondondo.- Capaz para hospedar ganados; dista una legua.

Núm. 114. Cuesta de Torrubio._ Dista tres cuartos de legua.

Núm. 115. Treslagares y Cuesta Olmo.- (Sin señalar, y al lado del anterior).- Dista una legua.

Núm. 116. Cuesta Blanca y Capitanía.- Dista una legua.

Núm. 117. Cuesta de San Cristóbal, en donde existen los restos de la que fue ermita del mismo nombre.- Media legua.

Núm. 118. Cuesta de las Cabezas.- Distancia una legua y al lado t algo más cerca l Cuesta de Rodilana.

Núm. 119. Cuesta de Pozaldez.- Dista una legua.

Núm. 120. Cuesta del Judío.- Dista tres cuartos de legua.

Núm. 121. Cordillera de cuestas anteriores a enfrentar con Gallinas.

Núm. 122. Llano de Gallinas hasta el Alaja,  pero con aguas vertientes a la dehesa de arriba y laguna de Santa Clara.- Distancia dos y media leguas.

Núm. 123. Cuesta de la Zarza.- Dista dos leguas.

Núm. 124. Levante de Ramiro.- Dista dos leguas.

Núm. 125. Llano hasta Adaja.- Su distancia tres leguas.

Núm. 126. Cuestas de Ataquines.- Distancia dos y media leguas.

Núm. 127. Cuestas e Honquilana.- (Sin señalar, caen entre el 126 y 127.) Palacios, Munís, Donvidar y Luiabajos.- Distan cuatro y cuatro y media legua.

Núm. 128. Llano de Salvados y San Esteban, Bernuy, etc., origen del río.- Distancia siete y media a ocho leguas.

Núm. 129. Madrigas.- Distancia custro leguas.

Núm. 130. Braojos, (hoy Brahojos).- Distancia dos y media leguas.

Núm. 131. Carpio.- Distancia tres leguas.

Núm. 132. Llanos de Villanueva de las Torres.- Dista dos leguas.

Núm. 133.- Castrejón.- Distancia tres cuartos de legua.

Núm. 134. Ramaguitardo.- Son llanos a media legua.

Núm. 135. Villaverde.- Hacia Levante dista media legua.

Núm. 136. Dueñas de Medina.- Dista un cuarto de legua.

Estas citadas cuestas y terrenos, unos más y otros menos, en sus mesetas, todos tienen canto pelón, que va agotando constantemente la construcción de carreteras, y afirmando en las poblaciones y ríos, y fuera de los puntos citados, o sea en el llano sin fuerte vertiente, había canto en abundancia como en los Pedrigales, Llanos de San Andrés, Carrascal y otros, que como más o menos para las mejoras dichas y otras, van desapareciendo, pero en  mi infancia tenía mi abuelo un pequeño majuelo en la meseta de la cuesta, núm. 114, que al ararle y demás labores, jamás se movió sino piedra.

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FUENTES DE AGUA POTABLE

Caño de la plaza y cañuelo.- Entre Oriente y Mediodía, como a trescientos pasos de la población, está en nacimiento del agua que surte dichos caños; por una cañería llega al cañuelo en el que vierte, parte por un caño y el resto por cuatro en la plaza. La primitiva fuente de la plaza, se hizo el año 1545, por Esteban Baños. Hoy vierte por canillas de presión o cerradas, ya porque escasea el caudal con frecuencia, ya por interceptaciones. Acábase de reformar la forma de la fuente, fijándola en el centro de ella el gusto del día; se ha colocado nueva tubería hasta Cañuelo, y es de creer sea más estable su utilidad que hasta aquí lo ha sido.

Caño antiguo de San Francisco.- En la calle de la Angustia nace otra cañería que, bajando por la Ronda de Santa Ana, y entrando por la de San Francisco y huerta del mismo nombre, vertía por dos caños; fuente que estaba pegada a los muros de la iglesia de dicho convento, y de ella marchaba el agua al interior de las carnicerías. La cañería existe con señales de muy antigua, y está respetado el lugar que ocupó la fuente, que se abandonó por ser el agua medianamente potable; a lo fácil de su habilitación se debió el verla correr hará cuarenta años, y se usó o aprovechó poco.

Fuente de San Nicolás.- Entre Norte y Oriente, que a mil pasos de la población está el nacimiento del agua, que surtía al caño antiguo de San Nicolás, que estaba en el puentecillo de la Adajuela, extremo a la población , mirando a Occidente, con sólo n caño; de él continuaba la cañería por la plazuela de San Nicolás y calle de la Herrería, a verter con dos caños en la margen del río, caso del puente de cadenas, al convento de Santa Isabel, los cuales funcionaron hasta cosa de cincuenta años que se abandonaron. En 1846 se utilizaron su aguas para lavadero público, que existe al extremo opuesto de dicho puentecillo hacia el Oeste; su agua se usa poco para a bebida y su caudal es permanente y abundante.

Fuente del Chorro.-  Nace más próxima que al anterior, y en igual dirección; vertió con solo un caño al lado opuesto del de los lavaderos, o sea al Oriente del puentecillo que lleva su nombre;  por conveniencia se enlazó con la cañería vieja del de San Nicolás por sólo el puente, y hoy vierte en el mismo sitio que aquél lo hiciera, con sólo un caño, pero abundante y fijo, en todo tiempo, bastante a surtir, esto es, solamente para beber, a una población numerosa.

Caño santo.- Llamado así, porque en él se lavaba San Juan de la Cruz, vierte en la ya citada Adajuela, al paso de ésta por la calle de Valladolid y carretera de Madrid a la Coruña. Tiene dos nacientes, uno próximo a la puerta antigua de Valladolid; viene por bajo de parte de las casas de la calle Nueva de la Estación del Ferrocarril; entra en el terreno que ocupa la misma y extremo de ella hacia la población; se une con el otro ramal que viene de la parte opuesta de la línea férrea mirando a la Antigua. Tenía dos caños mirando al Sur; se le mudó hace tres años a un sitio próximo, mirando al Oeste, y vierte con sólo uno, y en ocasiones escasea su caudal, pudiendo ser causa la extracción de aguas en los depósitos de la Estación. Hay quien afirma, que tiene una pequeña cantidad de hierro, que le hace más saludable, y hasta buena para las enfermedades de los ojos.

Fuente del Matadero.- Es, como todas, antiquísima; nace como a quinientos pasos de donde vierte; su cañería es a cimbre hasta el registro, forma de arca, que está por encima de ella; vierte fijo y bastante por dos caños; es el agua más conveniente para guardar en término medio entre finas y gruesas.

Fuente de la Ictericia.- Su origen, al Oeste en la ladera derecha de la dehesa de abajo, como a dos mil trescientos pasos de la población; nace próxima a donde vierte, por un caño, agua buena y aún medicinal, como indica su denominación; es surtidero de la gente del campo y personas de esta villa, que la buscan por sus cualidades algo laxantes.

Fuente de Fuentelapiedra.- Al extremo de dicha dehesa, y al lado opuesto, se halla su nacimiento, y vierte próxima a él, con sólo un chorro fuerte, al pie de una gran balsa de piedra cantería para abrevadero de ganados.

Fuentecillas.- Está en terreros de la Marquesa de Ordoño, hoy de D. Fernando Miranda, y desde ellos, hasta el ya dicho Caño de la Ictericia habrá más de mil quinientos pasos; en lo bajo de toda la loma se indican manantiales; que son seis o siete, por lo que se llaman Fuentecillas, y en uno está detenido el curso natural y colocados dos caños.

Fuente de Casa Blanca.- Se halla en terreros de D. Miguel de Dueñas y Rivas, en la finca de este nombre ya descrita, y en uno de sus extremos se halla un caño que lleva el nombre de Casa Blanca.

Además de lo dicho, hay en el término varias fuentes permanentes, de regulares aguas, a más de los pozos y norias del poblado, muchos de ellos de agua potable.

Huertas hortalizas y frutas.- He contado las que existen en esta villa y su jurisdicción de más o menos cabida, y sin incluir lo que decimos jardines suman 44, de abundantes y exquisitas hortalizas, con norias y máquinas de hierro de nuevo sistema para el riego en una  mitad de ellas.

Río y lagunas.- Debido al poco vertiente, el río resulta ser bastante pantanoso y deja de correr, por más o menos tiempo, en el estío. Cegado por el cieno, abundan los charcos, ondalizas, principalmente después de las fuentes crecidas, siendo permanentes donde el agua encuentra obstruido el curso por fuerza mayor. En su centro es difícil encontrar firmeza y tiene mucho manantial que no se eleva a superficie. Cría pesca, pero tan solicitada, que ni ranas quedan de un año para otro, tanto puede el vicio y la necesidad; lo que no se apura es la espadaña, que se arrienda y da producto, y es solicitada, principalmente para hacer asientos de sillas.

A la parte de Oriente, próximo a la raya divisoria de términos, entre esta villa y el pueblo de Gomeznarro, hubo en el antiguo un molino conocido por el de Lobato, del que era dueño e 1579, Francisco Lobato del Canto; hoy existe parte de la presa y del edificio, construcción de cal y canto. Más a poblado estuvo otro molino, llamado el de los señores de Tejada, y quedan de él los restos que del anterior, donde se dicen los Cantos. En la población pasaba el río dentro de muros, hacia el Este, donde decimos hoy la Tabla, cuyos cimientos son de cal y canto y de demolieron los del Caz hace veinte años, por quitar el choque de agua, que ocasionaba un lago tan profundo y pútrido, como dañoso a la salud. Más abajo estaba el muro de otro puente, donde se decía puertas traseras de la Huerta de San Francisco y otro enfrente de la calle del mismo nombre, extremo Este de las Carnicerías, que por la misma razón que el de la Tabla fue demolido. Al Oeste, el paso de la muralla, al que se llamó después puente del Obispo por este frente al Hospital del Obispo D. Lope de Barrientos; éste había desaparecido, y hará cosa de veinte años se descubrieron los cimientos, se elevaron y se colocó un paso de madera, que lleva el mismo nombre. Había otro paso al Oeste, extramuros, donde se dice vado de la Gotera, llamado Puenteladrillo. Hoy, dentro del término, al Este, tiene dos viaductos, el ferrocarril del Norte, un puentecillo de madera, al vado dicho Agua de Caballos, y dentro de poblado el puente de Cadenas, de piedra sillería, ya descrito, por el que pasa la carretera de Madrid a la Coruña, y las provinciales de Olmedo, la de Peñaranda y la de Nava del Rey, o sea el empalme de todas ellas; estaba construido para la población, y al dar por él el paso de la carretera de Madrid, visto el mucho trabajo, sin tener grande anchura, se le dio hace seis años por la provincia una mitad más de ancho, y reparado, está hoy espacioso; río abajo está el puente denominado de Zurradores, de igual construcción que el anterior; su servicio de población, al que se llamaba en Nuevo a mediados del siglo pasado, lo cual prueba ser más moderno que el anterior o de Cadenas. Por bajo del puente Zurradores, cruza el río el viaducto de hierro de las líneas de Zamora y Salamanca, y por último, el puentecillo del dicho Obispo.

En lo que coge la población, con algo de los extramuros, se encauzó el río en 1847, abriéndosele una canal recta, por obreros llamados palanquines, de tierra de Campos, ajustados alzadamente en 11.ooo reales, y posterior, o se de veinte años ala fecha, se ha procurado el afirmado, que será lástima se abandone ya que no se mejore, y nos llenemos otra vez de cieno y de calenturas.

De las lagunas, de que trata el Sr. Ponz, llamadas reales, se desamortizó el terreno y son de particulares, para el sólo uso de dar agua a los ganados; igual sucede con la denominada de Santa Clara, por estar cerca del convento; unas o otras pudieran prestar más utilidad, pero antes había que declararlas como de aprovechamiento común, y hacer gastos de indemnización dudosa.

Fábricas.- En lo antiguo: los molinos harineros, que dejo citados, en el río; otro de viento; extramuros de la puerta de San Pedro, en la meseta del sendero del mismo nombre; las tahonas, desde la puerta del Sol, por encima de las que hoy decimos Peñas; las de Curtidos, en la calle de Curtidores, que empezaba en el Matadero, con dirección al parador; se conservaron algunas hasta fines de siglo pasado; los tejares; que estaban al sendero Tarde me Acordé y al de la Culebra. En el siglo pasado, fábrica de estampados en telas de los Joveres, en el que hoy llamamos huertecillo en la ronda de San Francisco. La del Salitre, por cuenta del Gobierno hasta 1827, desde la exclaustración de los Jesuitas; después de particulares, hasta 1847. Hoy existe aún la fábrica de sales o salitre, dos de curtidos, una de jabón, tres de aguardientes, con calderas y alambiques modernos, y dos de pan y tahonas, cinco tejares de ladrillo, cinco de vasija ordinaria, un molino de chocolate a vapor, y en lo antiguo le hubo de rodillos.

Instrucción.- Dos colegios de segunda enseñanza, preparatoria para ciertas carreras; dos de niños e igual de niñas, dotados por el pueblo, y dos más de niñas, particulares, y un preceptor de Latinidad.

Sociedades.- El 20 de Mayo de 1785, D. Nicolás Cipriano de Villarroel Velázquez, presbítero, Abad de la Real e insigne iglesia Colegial de esta villa y su Abadía, y otros, acudieron al Rey pidiendo facultad para el establecimiento de la Sociedad de Amigos del País, lo que les fue concedido por Real orden de 28 de Noviembre de 1786, y se pidió un ejemplar de los Estatutos de la de Madrid para adoptarlos en lo posible. El 15 de Diciembre de 1786 se nombró Director al dicho Sr. Abad, y Secretario a D. Francisco Díez del Pozo, y Censores a D. Julián de Ayllón y D. José Pardellanos, presbíteros. Formaron los estatutos y asistieron por socios los Sres. D. Tomás de Toro, D. Francisco Eugenio de Bustamante, D. Francisco Javier Calleja, D. Miguel González Clavero, D. Bernardo Ayllón, D. José Rodríguez, D. Alejandro de Victoria y Villarroel, D. Pedro Jover, D. Antolín Navas, D. Roque Jover, D. Pedro Vázquez, D. Félix de Linares, D. José María Morales, D. José Sánchez, D. Agustín de Torres, D. Florencio Seco, D. Rafael Belloso, D. Miguel de Dueñas, D. Agustín de Dueñas; el Marqués de Palacios; D. Antonio Pérez Arenas, D. Vicente López Castellanos, D. Francisco Cabezas, D. Gaspar de Pedrosa, D. José Sánchez Reguera, D. José Conde Rubín, D. Manuel de la Cruz, D. Isidro Pérez, D. Antonio Garrido.

Nombraron Vicedirector a D. Miguel de Dueñas, Caballero Comendador de la Orden de San Juan; Contador a D. Tomás de Toro; Tesorero a D. Francisco Eugenio de Bustamante, y Vicesecretario a D. José María Morales. Votaron escuelas que no había por el Ayuntamiento; sembraron mimbreras, cuidando de árboles y prados comunes; propusieron el establecimiento de Casa de Misericordia, Casa de Expósitos y fábrica de paño ordinario, pidiendo el producto de la Bula y 1.000 fanegas de trigo del Pósito.

Socios honorarios: El Ilmo. Sr. D. Agustín González Pisador, Obispo de Oviedo, natural de la Nava del Rey; el excelentísimo Sr. D. Onofre Francisco de Córdoba, Conde de Bornos; el Excmo. Sr. D. Manuel Joaquín Morón, Obispo de Valladolid; D. José María de Murga y Barrera, alumno de la Sociedad Vascongada; D. Fernando Bergar y Solorzano; el doctor D. Santos Rodríguez de Robles, del Hábito de Santiago, del Gremio y claustro de la Real Universidad de Salamanca, catedrático de prima de Cánones; el Dr. D. José Maritegui, colegial en el Mayor de San Bartolomé, de dicha Universidad, catedrático de Derecho eclesiástico; E. Dr. D. Francisco de Cisneros, Colegial en el Mayor del Arzobispo, de la misma Universidad, y catedrático de Vísperas de Cánones; El Rmo. Pedro Maestre Fr. Antonio José de Alba, del Orden de San Agustín, doctor teólogo de la misma Universidad de su gremio y claustro, y catedrático de Regencia de Teología; D. Vicente Maldonado y Mendoza, vecino del mismo Salamanca; D. Álvaro María de Ulloa, D. Francisco Martín Garrido, D. Tomás María Espiau, D. Diego de Miranda Galán, D. Nicolás Pérez, D. Luís Fernández Polanco, D. Jerónimo Escribano y Montoía, D. Ezequiel Abad Espinosa, canónigo, y otros, con muchos proyectos, hasta plantar algunos olivos en la falda de las cuestas de la Cueva y San Cristóbal, y celebrar exámenes en la escuela. Con algunas desavenencias entre los socios; resistió hasta el 19 de Julio de 1809, en que suspendió sus sesiones.

El 1º de Abril de 1815 celebró otra junta; en 1819, otra; el 13 de julio de 1835, otra, y el 19 de Noviembre de 1842, la última, todo según su libro de acuerdos. En suma, mucho aparato y nada de beneficio. Los olivos dando fruto los cortaron sus dueños, aburridos de los intolerantes, y por lucha de la Sociedad y cuestión de partidos, se abandonó así misma. Tengo un ejemplar de los estatutos.

Último socios: D. Manuel Damián Melgar, presbítero; D. Felipe Colorado, farmacéutico; D. Matías Rico, abogado; D. José Zahonero, juez de primera instancia; D. Benigno Burgos, fiscal; D. Tomás Benito Martínez, juez eclesiástico ordinario; D. Miguel del Rincón, presbítero; D. José Agapito Morales, Administrador de Rentas; D. Miguel de Dueñas; D, Francisco Ulloa, hermano del Conde de Adanero; D. Juan de Orturán; D. Valentín Belloso; D. Carlos Colorado, preceptor de latinidad, D. Manuel Rodríguez Alonso y D. Joaquín de Velasco.

Sociedades de declaración y filarmónica.- Con pocos intervalos, datan de muy antiguo, pues dice la Historia que en la plaza de San Juan estaban las casas donde se hacían las comedias, cuyo decir demuestra su fecha. Hoy hay Sociedad de declamación, cuyos productos son para los pobres; dos de Música, y un Círculo con Casino. Hay un teatro, cuatro cafés, salones de baile, etc.

Religioso.- En las parroquias las Cofradías Sacramentales, excepto en la de San Antolín, la de San Crispín y San Crispiniano, en San Facundo; la Venerable orden Tercera del seráfico Padre San Francisco, la del Santísimo Cristo de San Bartolomé, la de San Isidro Labrador, la de San José, la de Santa Águeda y la de San Antonio Abad: éstas cinco últimas en la parroquia de San Miguel; la de San Homobono, en San Martín; la de Veracruz, en Santa María del Castillo, y luego en la Cruz, y en 1579, estuvo en San Andrés, y en lo antiguo hubo la Cofradía de Nuestra Señora de Gracia, en San Agustín, y la de Ánimas, en San Francisco. La de Nuestra Señora de los Dolores, en la de San Antolín. El Rosario Viviente, la Visita a Nuestra Señora, y nueve coros de 30 jóvenes cada uno, cuando menos; Sociedad de la Corte de María en su Concepción Purísima; Sociedad de señoras de San Vicente de Paúl, o sean Conferencias, y se reúnen todos los jueves en la Colegiata; los viernes de primeros de mes, visita a los Sagrados Corazones; los viernes de primero de mes, visita a los Sagrados Corazones de Jesús y María, en el convento de Santa Isabel y en la capilla de las Angustias, con Novena, que principia el día del Corpus Christi, y concluye el día de la Octava. Está en iguales días en la capilla mayor de la Colegial, con S.D.M. expuesto de las diez a las cuatro. También hay Octava en las Descalzas de San José. Se hacen Novenas a la Dolorosa, San Antolín, y dos a Nuestra Señora del Carmen. El Mes de las Flores con Novena separada, a San Roque, al Santo Cristo de San Bartolomé, a San José, a San Antonio Abad, A San Antonio de Padua, a Santa Teresa, a Santa Rita, a Santo Domingo, a Nuestra Señora del Rosario y a las Ánimas benditas.  Hay Cuarenta horas en la Colegial y convento de Descalzas. Procesión Sacramental en parroquias y conventos, con procesión pública. Tres rogatorias generales del Reino y cristiandad, y las dos votivas de pueblo de San Boal y San Marcos.

Estas dos, con la festividad de Candelas y de Corpus Chisti, las costea el fondo municipal; lo demás, las fábricas y los fieles. El copatrono del santuario de Recoletos hace fundación a la virgen en su Inmaculada Concepción. El Marqués de Celleruelo, copatrono de las memorias fundadas por D. Juan Fernández de Velasco para dotes de doncellas, en el día, que reparte las cinco prebendas a huérfanos pobres, anuales, hace procesión de la Virgen. La Junta de beneficencia, con asistencia del Ayuntamiento y dependencias del Hospital, hace en él función a la Purísima y San Diego de Alcalá, siendo solemne en igual asistencia la Comunión pascual a los enfermos. La devoción hace función anual a Nuestra Señora de la Esperanza o Nieves y a la del Amparo.

Hay en las  Cuaresmas Ejercicios; los tienen miércoles y viernes de cada semana por los Hermanos de la Venerable Orden Tercera; en los demás días explicación de Doctrina en la Colegial, con Rosario todos los domingos del año. En la Semana Santa, sermones de Mandato, Pasión, Descendimiento o Siete Palabras y Soledad; tres procesiones: una el jueves, que sale de Santa María del Castillo, con los pases de Oración del Huerto, el Señor atado a la columna, Nazareno y Santísimo Cristo y Dolorosa. El siguiente, o el viernes, sale de la misma parroquia el Santo Sepulcro y la Soledad, y acto seguido, de la Colegial, a donde traen para ella el Descendimiento de San Miguel, salen: el Señor atado a la columna, Jesús Nazareno, el Santísimo Cristo de la Paz, el Descendimiento, la Dolorosa, el Santo Sepulcro y la soledad. Asisten las Hermandades de Angustias y San José; generalmente acude música, que toca una marcha fúnebre, alternando con el Salmo Miserere; es tan pausada la marcha que lleva,  que luego viene la noche, las casas del tránsito se iluminan, que con las muchas luces de cera, que llevan los fieles, por ser la más concurrida de éstos, la hace conmovedora, acudiendo a ella por motivos, ya de curiosidad los unos, pos otros por amor patrio, y otros por religiosidad y fe.

Algo dejaré de explicar n este párrafo; pero lo dicho basta para determinar el celo de nuestros párrocos, dignos de mejor premio. En lo antiguo, siendo restos de ello lo dicho, es de presumir lo que pasaría: sacaban los Pasos de Semana Santa en grandes tablones, colocados en ellos los Pasos o imágenes de la Pasión, de tamaño natural, como aún vemos hoy a la Magdalena de la capilla de las Angustias, y en un cuarto de ella la Longinos a caballo, que por su mérito artístico no merece ocupar ningún Museo.

Camposantos.- He indicado lo que de ellos dice la tradición. Al sendero que hoy decimos de Los Muertos, que sale al cuartel, estuvo el corral de los muertos; al frente Este de la antigua muralla, en la planicie del camino viejo de Olmedo y el de Moraleja, otro lugar que se dice el Osario. Que muchos años después se venía enterrándose en os templos, lo prueban las losas que cubrían las sepulturas aplicadas a usos profanos, que la que se descubrió este invierno puesta en un registro de la cañería, que entre lo que leí decía: Murió en olor de santidad, año de 1557.” Estaba sola una mitad  y sin intereses; entonces leí algunas otras que no recuerdo, y la mayor luz para historiar en el día sobre personajes  y honores, etc., lo pueden dar las losas que existen en los templos y los escudos de armas en los edificios, operación que resultaría laboriosa, pero útil.

Decía que vino enterrándose en las iglesias hasta el año de 1833, en que se habilitó Camposanto en el Hospital general; se cercó un corral a la salida del camino de Valladolid al propio fin, en el que no llegó el caso de sepultar; echóse mano del camposanto del Hospital de la Piedad o de D. Lope de Barrientos, al que unido un corral, funcionó hasta construirse el de la Mota.

En el del Hospital no hay más que unas bóvedas o nichos de particulares, y algunos de la Beneficencia o Municipio y en el de la Mota, no hay más que sepulturas generales, las de particulares y las monumentales, o mausoleos de distintas formas de piedra blanca, siendo las más notables el e D. Alfredo Velasco López Baños, el de D. Eusebio Giraldo, el de D. Francisco Zaela Herrero, el de D. Segundo Zancajo de Vega, el de D. Mariano Moyano López, el de D. Miguel del Barrio, el de D. Felipe Sáez Perreiro, el de D. Joaquín María de Espiau, el de D. Francisco López Flórez y otros.

Arbolados y paseos.- En el río y parte que ocupa el poblado hay en sus márgenes árboles de negrillo y álamo blanco, todo puesto en lo que llevamos de siglo, excepto una olma, entre las Carnicerías y Puente-Cadenas, que cuenta cuatro siglos; fue compañera de otra que al construir las Carnicerías en 1562, quedó dentro de ellas para amarradero de las reses. El criadero llamado Chopal subsiste en pié, con la citada clase de árboles, del que constantemente sacan plantones y con frecuencia cortas; hay olmas en forma de paseo en la carretera de Madrid a la Coruña, desde la ermita de San Roque hasta el lugar que ocupó la parroquia de San Esteban.

Hay también arbolado en la calle Nueva de la Estación, desde la Aldehuela o camino de Pozaldez a la laguna de Santa Clara y desde el río al Cañuelo; también en la calle Nueva de la Feria, y a trozos desde el convento de las Reales al Matadero, y desde el puente de Zurradores al Hospital de Barrientos. Una glorieta de cortadas calles en círculo, dentro de la plazuela del Sol (antes corral de bueyes). Paseos en el flanco Este y Sur del Hospital General, el llamado Versalles, entre los puentes de Cadenas y Zurradores. Y el paso en cuadro de la plazuela de Descalzas, todo de acacias, de las que hay también en los anteriores paseos; todo lo dicho es del pueblo. Como particular las alamedas en la Labajuela o Adarilla, tituladas Molinillo y Rabanillo  de D. Fabián, Maestre y D. Blas Arrieta: con un retazo del pueblo, en forma de paseo, desde la vía férrea al Caño Santo; y los álamos de D. Mariano Moyano López, el vado Agua Caballos, Este y Oeste de su puentecillo. Con más las cunetas de la Calzada provincial de Olmedo, y en la de Madrid a la Coruña, empalmado de uno y otros extremo el indicado arbolado del pueblo, plantado por la Dirección del ramo. Con más el que tiene todas las huertas, casas de campo, etc., que cuatriplica lo dicho.

Existe a más el pinar monte de la Condesa de Bornos, dueña de los mayorazgos de Torre Eguiluz; el de D. Alejandro Jiménez, el de los Propios del pueblo a las Navas, el de D. Marcelino Cuadrillero y el nuevo o tallar de D. Sebastián Fernández Miranda, el sitio llamado Casa del Francés; todos en el término, y los de Cuadrillero y Fernández, en casas de labor. Hay, además de la casa que al tratar de aguas describí, la llamada Casa Blanca de Dueñas, la Josa, con caserío de D. Pablo Sánchez Romo y la de Lisón de Toledo. En suma: hay bastante arbolado, ya maderable o ya frutal, con tendencia al aumento.

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OTRAS NOTICIAS

Inscripciones de Santo Tomás.- Son dos, una en un arco a la izquierda, dentro de la capilla mayor; otra, bajo la cornisa de esta misma capilla. Dice así la primera:

“Aquí yacen sepultados los muy nobles y principales hijosdalgos Diego Fernández de Caraballo y Alderete y Dª. Beatriz de Escobar y Villacorta, su tercera mujer, y dotaron y fundaron este arco y respaldo en esta capilla, con las dos sepulturas juntas en dicho arco; mandó se dijesen por sus ánimas tres Misas cantadas, con sus diácanos, la una el día de San Felipe y Santiago; otra, día Nuestra Señora de Agosto, y otra, día de Todos los Santos, en cada un año, para siempre jamás, y se diga en su altar, que era de Nuestra Señora de la Asunción y ahora es de Santo Tomás, con su responso cantado sobre las sepulturas, poniendo siempre por delante de ellas la Cruz de esta iglesia. Y más: mandó le digan por sus ánimas y las de sus antepasados, todos los domingos y fiestas de guardar, en responso cantado por siempre jamás, en acabando de decir la Misa mayor sobre las dichas sepulturas, poniendo siempre la cruz delante de ellas, lo cual dejó dotado el dicho Diego Fernández Caraballo, y Aldereta para él y sus sucesores; dejó vinculadas para la dicha memoria toda la heredad de tierras que tenía en los cotos de esta villa, y por su primer patrón a Sebastián Caraballo y Alderete, su hijo mayor, el cual le mandó hacer y reedificar. Falleció el dicho Diego Fernández Caraballo y Alderete, el 17 d Marzo de 1590, y Dª. Beatriz  de Escobar  y Villacorta, en 22 e Octubre de 1584.”

Dice la segunda:

“A gloria de Dios nuestro Señor y de su bendita Madre, y del bienaventurado Apóstol Santo Tomé, dotaron esta capilla los Sres. D. Francisco de bracamonte, Maestre de Campo de la Nueva España, y Dª. Leonor de Garibay, su mujer, vecinos de esta villa, para ellos y sus herederos. Acabóse el año de 1600.

Inscripción en San Esteban.- En unos papeles antiguos hallé esta otra pertenencia a la destruida y tan antigua iglesia de San Esteban, a la entrada de la capilla mayor, y al lado de la Epístola hasta un arco con su sepulcro y en él se leía:

“Aquí yace el M. I. Sr. D. Alonso Rodríguez Manjón, primer Abad de esta villa, del Consejo de los Reyes Católicos D. Fernando y Dª. Isabel, y Señores de Peñaranda."

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ALGUNAS NOTAS AL OSSORIO

Salinas.- En la parte primera, cap. XI, se habla de las salinas, y efectivamente, aparecen al sitio de la ermita de este nombre hasta tres o cuatro manantiales, con el que se preparaban las aguas madres y el salitre, que resultaba ser superior en su clase. Desde muy antiguo fueron explotadas los la Real Hacienda, pero la obtención resultaba costosa, y nuestro abuelo Miguel Castro, que era Oficial primero de Administración general de salitres de Castilla la Vieja en 1817, con el sueldo de 400 ducados anuales, decía ser buenos estos manantiales y de provecho para medicina, si se los explotase. Hoy creo han sido enajenados con proyectos de ello; poseo la lista de los vienen raíces que se le exigieron como fianza y representa notable suma.

Campos.- Llamábanse así los que ocupó la segunda población, y antes de ella se llamaron Campos, o Campo del real de Leovigildo, y después Campos de los Godos; en esta población fue donde dominaron más los árabes, y había un barrio llamado del Azogue, que es palabra árabe, que reo equivale a Mercado, principalmente de comestibles lo que se confirma por el recuerdo de la Alhóndiga y peso e harinas en la plaza de San Nicolás, y eran sus principales calles las de Serranos, Escuderos, Rúa Vieja, Castaños, Mayor, San Pedro, Culebra, Cañas, Cuadra, Oro, Candalillo, de la Antigua, San Esteban Zapatería Vieja,  del doctor Polanco, la Rosa, y muchas más, quedando sólo restos de la de Valladolid, Herrería, algo de la Rivera Vieja, callejón de Santo Domingo, Zapatería Vieja, y algo de La Rosa y la plazuela del Carbón, hoy de San Miguel; en la calle de Serranos estaban as casas de los Corregidores, Tenientes y Alcaldes. Los restos de San Pedro, sirvieron para hacer una barraca en la estación de ferrocarril; San Esteban fue demolido a principios de siglo. Aunque Ossorio diga en su cap. X, parte primera, que los godos llamaron a esta segunda población Sarrucus, esto o lo más probaría que su antiguo nombre  fue el de Sarabris, pero siempre se llamó Campos de los Godos.

Población antigua.- A ella se refiere Ossorio en el capítulo XVI, y de ella no existe casa de caballeros hidalgos, más que la casa palacio del Marqués de Falces y Torreblanca, hoy parador de San José.

Propios y linajes.- De tanto como en el cap. XVIII, habla y menciona, y de tantas sernas y terrenos sólo quedan los pinares de Pozal de Gallinas, denominados Alto, del Medio, el Pozuelo, y Las Navas, y de los linajes que cita en el cap. XXV, que quedan sino los Lisones o Sánchez de Toledo, los Polancos y los Dueñas.

Voto de San Boal.- Ossorio, caps. XXV, XXVI. Destruida la ermita de la Orcilla, el Cabildo Colegial y el Ayuntamiento, van a cumplir este voto a las monjas Reales sin dar estipendio.

Colegial Palacio Real y Abades.- En el cap. XXX dice Ossorio que los Reyes Católicos hicieron Colegial a la iglesia de San Antolín, que está muy cercana de su Real Palacio, en lo que todos convenimos. El Palacio real estuvo al lado de la Colegiata , extendiéndose hasta la calle Cerradilla, la del Rey, y comprendiendo parte del Potrico; y de los Abades, ; ya he citado por la inscripción de San esteban en nombre del primero; el último fue D. José Zapata y Cáceres, que falleció en 1837.

Alonso de Estepa: su espada.- Recuerdo haber visto, de niño, la espada de Alonso de Estepa, que menciona Ossorio en el cap. XI. Después no sé que ha sido de ella; convendría registrar un nicho, a la derecha del altar del Santísimo Cristo, y si parecía, evitar su extravío. Para el culto de esta antiquísima imagen hace algún tiempo retocada, porque tendía a deshacerse por los años, existe una Cofradía que celebra Novena anual.

Regidores.- Duraron en esta villa hasta el año 1833, siendo los últimos D. Francisco de Sales Cantalapiedra, y D. Rafael Belloso.

Cortafuegos.- También de ellos trata Ossorio, y construidos para cortar incendios, existen en la acera de la Mercería, entre las casas de Crespo y Marcelino Sastre; también existen en la de La Joyería, en la calle de San Francisco, entre las de Correa y Chicharro y en la Rúa, entre las de Víctor Rodríguez y el colindante.

Escribanías.- Fueron muchas en Medina, como lo dice Ossorio, y han ido, como es natural, disminuyendo en número; funcionaron mucho en los asuntos, principalmente de contratación de las mercancías primero, luego por los Bancos, el comercio del dinero, y también con  motivo de libreros e imprentas. Se creó por el Gobierno un Archivo de protocolos, que está en el Ayuntamiento, y pueden en él hallarse datos, muchos y curiosos, para esta villa, y de sus ferias.

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BREVE NOTICIA DE CAPELLANÍAS, HOSPITALES MAYORAZGOS, MEMORIAS, PATRONATOS, PARROQUIAS Y VÍNCULOS.

Capellanías.-

La de Agustín Rodríguez Campos, en Santa María de la Antigua.
La de Diego Fernández de Bobadilla y su mujer, en idem.
La de las Palomeras, en Santa María del Castillo
La de Agustín Torres y Rejón, en la Colegial
Las cuatro tituladas del Pópulo en su capilla de la Concepción en la misma Colegial
La de Manuel Balpuesta, en idem.
La de Alonso Fernández del Teso, en San facundo.
La de José Santos Calderón, en idem.
La de Isabel Reilado, en idem.
La del Capitán Martín Palomar, en San Martín.
La de Alonso Nieto, en San Miguel, la poseía la Cofradía de la Caridad.
La del Maestro de Campo Diego de Durando, en San Miguel
La de Antonio del teso, en 1641, com Misa de Prima en Santo Tomás.
La de Francisco Bernardo Eliz, en Idem.
La de Garibay, en idem.
La de D. Jerónimo Maceda, en las Magdalenas.
La de D. Francisco Valtierra, en idem.
La del Ilmo. Sr. Bernardo Caballero de Paredes, en las Recoletas.
La de Francisco Ruiz, en San Pedro; las de Acosta y otra con misa de doce, de Juan redondo García y Francisca del Pozo, y algunos más, de que no tengo clara noticia.

Hospitales.-

El de San Blas y Santiago agregado al general. El de Convalecientes, fundado en las de Castañar y Escuderos, cerca de la Alhóndiga, en casas de Juan del Canto, y otra de la Abadía, conjuro de 33 maravedíes, a Simón Ruiz Envito. El de San Antón, para males contagiosos, se quedó en ermita.
El de la Trinidad o Amparo. El de San Felipe y Santiago, detrás de San Miguel, con cabildo y Cofradía. El de San Juan de Sardón. El de Quintanilla y el de la Merced y Todos los Santos.

Mayorazgos.-

El de Rincón, fundado por el Rector Juan Fernández y por el general Diego de Durango.
El de la Condesa de Murillo, dueña de los mayorazgos de Torre y Eguiluz.
El de León y Castañeda, lo poseía en 1773 D. Antonio Cuero y Abascal, vecino de Madrid.
El de D. Pedro Bricianos Vicenteno, recayó en el Marqués de Tejada y Valverde.
Mayorazgo y patronato fundados por D. Alonso García del Rincón, Abad que fue de esta villa y de la de Compluto.
El de Lisón, hoy de D. Clemente en medina (y en Madrid de D. Valentín Sánchez de Toledo exgobernador de Barcelona y diputado que fue por Cuéllar) fundado por Pedro Mondragón el Viejo. Le poseyó en 1790 D. Juan Lisón de Tejada y Castañeda, capitán retirado.
El fundado por D. Blas de la Rúa, Eván. O. y Quintanilla.
El del Excmo. Sr. D. Joaquín de Samaniego, Urbina, Aracíes y Brecianos, Conde de Torrejón, Marqués de Valverde y Tejada.
Los Mayorazgos de Peralta y Velasco.
Mayorazgos de los Pizarros.
El de Juan Antonio de Cotes, Montalvo y Morejón, Marqués de Ordoño.
El de D. Álvaro de Ulloa, Cáceres, Carvajal, Paredes, Arnda, Suárez de Lugo y Silva, Conde de Adanero, Marqués de Castroserna, vecino de Medina en 1813.
El de Dª. Beatriz de Aguilar, poseedor en 1813 D. Francisco de Quiñones Ossorio, hoy paseo del Parque.
Mayorazgo de Casasola y Verde soto.
El fundado por D. Antonio Martínez de Buendía y D. José Antonio Velázquez; le poseía en 1778 Dª. María Antonia Velázquez de Lara, Consorte del Conde de Villariego.
Mayorazgo de Aliprando.
Idem el fundado por Alonso de Villarroel.
Idem del de Pérez Mercado.
Idem el de Eván.
Idem el de Mójica

Memorias.- En la Colegial las de Antolín Blázquez. De Juan Bautista Gullardana. De Quijano. Del Capitán Pedro de Espinosa y Vergara y las de Antonio Ruiz.- En Santa maría del Castillo se fundaron las del  bachiller Alonso de Madrigal. La de D. Francisco Ortega Lara y la de María Ángela Polanco, en 1616. En la Cruz las del licenciado Cosme de San Miguel y la ya citada de ortega y Lar, con Misa de once.- En San francisco, las de Dª. María Gutiérrez de Velasco y las de Dª. María de Lugo, en 1779, con Misa.- En Santo Tomás, las de Elvira Gutiérrez.- En San facundo las de Juana de Angulo en 1656, y las de Francisco Quirós.- Las D. Pedro Bricianos Vicenteno en el Corpus, para Sacas de huérfanos.- Las de D. Francisco Heredia en San Agustín.- Las de D. Francisco Ramírez de Guzmán en los descalzos, y además las de Gil Nieto de Buiza y la Obra Pía de D. Juan Fernández de Velasco.

Patronatos.- El Real de legos fundado por el licenciado Centeno, de los Rincones, estaban en San Francisco. El de D. Francisco de Huerta y Vaca, en San Pedro, agregado a San Facundo, y el del Mayorazgo de Mohica en San Sebastián. Compatrono con el Municipio de San Nicolás es el Vizconde de la Frontera, Marqués de Palacios y sucesor en el Mayorazgo, fundado por Alonso de Villarroel (cuyos descendientes pueden oponerse al derribo de Nuestra Señora del Camino, que se tiene en proyecto, y cuya ermita es el último resto de San Nicolás, edificada posteriormente acaso, en el cubo de la torre de aquella tan antigua iglesia)

Vínculos.-  El de Carrión. El de Manuel González Clavero. El de D. José Cuadrado, fundado en 1684. El de D. Mariano Pérez Cadorna. El de Rincón, afondado por el canónigo D. Juan Fernández. El de D. Alfonso Ruiz de la Cámara. El de Dª. Lorena Páez Sotomayor; su poseedor en 1790. D. Agustín de Rivas, Coronel del regimiento de Artillería del Rey. El de D. Luís de Peralta, sus casas calle de Zapatería, hoy de Valladolid, y el de D. Francisco Ruiz Lóbrego; su poseedor en 1800, D. Manuel Fernández Muñoz de cepeda.

Papeles curiosos.- El peso Real.- Hallo entre algunos otros papeles, un bando en papel sellado, de 1816, en el que el doctor D. Manuel José Sánchez Fano, Corregidor de S. M. atendiendo a las quejas que le hacen del peso Real, preceptúa, que vendedores y corredores lleven cuadernos para los asientos de ventas y pesos, etc., etc. Que los mozos del peso, estén obligados a conducir enfermos a los Hospitales, o a los que se hallaren muertos en los campos u otros parajes. Que no ha de llevar por cada arroba de carbón u otra especie, más que cuatro maravedíes o seis, u ocho, si los suben el primero o segundo alto.  Si lo llevan desde la plaza hasta el Arco de la Esperanza Recoletos, plazuela del Pan, Carnicería, Arco de Ávila, Carmen Calzado, Corral de Bueyes, subiendo a las casas, llevarán ocho maravedíes, y todo lo restante del pueblo, subiéndolo a casas o conventos, diez maravedíes, y el Administrador ½ por 100. En grandes pesos, con carros o caballerías, no bajando de 100 arrobas, cinco reales, y así a proporción.  Por las casas que no sean de peso, en la plaza, dos cuartos. A los sitios antes indicados tres, y a los más distantes, cuatro. Trabajarán sin repugnar bajo este arancel y ninguna persona extraña se podrá mezclar en este ejercicio, por ser ésta una Hermandad muy antigua, destinada a este efecto, y exhorta al Administrador, corredores y mozos, cumpla cada uno lo que le toca; bajo la multa de cuatro ducados; y lo rubrica el doctor Manuel José Sánchez Fano y también Manuel de Avendaño.

El Antruejo (copia íntegra) [1].- Se hicieron en el Antruejo de este año de 1770 las funciones de los enmascarados en el Ayuntamiento de esta villa de Medina cinco noches, comenzando desde la hora de las ocho hasta cerca de las dos de la mañana, concurriendo de todas clases grandemente disfrazados; asistieron a dicha función los jefes del regimiento del Rey, que estaban actualmente acuarteladas sus compañías en esta villa, con asistencia del Sr. Coronel, muy compuestas las salas, y tan bien iluminadas que parecía un hechizo; golpe de música con buenos instrumentos. En la plaza corrieron parejas, hubo sortija y estafermos con contradanzas con los caballos, por los jefes y personas de distinción del pueblo; en el Domingo Gordo, y martes de Antruejo por la tarde, vinieron muchos forasteros caballeros de Valladolid, de Toro, de Segovia y demás pueblos del contorno de esta villa a verlo. La sala primera con tapices, dos arañas de cristal en medio, con cornucopias, y la segunda lo mismo, y colgadas de seda; todas con bancos de respaldo.

Corridas de Toros.- Del Año 1820 conservo un cartel impreso, sin pie de imprenta, de 38 centímetros de ancho por 25 de alto, que dice entre otras cosas: “El Rey (Dios le guarde) se ha servido conceder su Real licencia, a la ilustre Junta de compatronos del Hospital general de la M. N., M. I. y C. Villa de Medina del Campo, para tener por tres años, cuatro corridas de toros, en cada uno, con el piadoso fin, de invertir sus productos en el interesante objeto de aquel establecimiento, y beneficio de sus pobres enfermos.” Señala para las corridas el 29 y 39 de Agosto, y 14 y 15 de Septiembre. Cada una, cuatro toros por la mañana y seis por la tarde, de toros; en las dos primeras del Marqués de Castrojanillos de Benavente, tres de la de D. Germán Moreno, tres de D. Toribio Valdés de Portillo, y dos de Santiago Martín de Belena, Alba de Tormes. En las dos segundas, once de Juan Núñez de Benavente, dos de francisco Bachiller, de Montemayor y siete de Melchor Arciniega de Alba de Tormes. Presidirá D. Joaquín M. Montalvo y Villarroel, Alcalde constitucional. Picarán Cristóbal Ortiz, Juan Mateo Castaños y Julián Díaz, y serán lidiados por una famosa cuadrilla de banderilleros, al cuidado de los dos diestros espadas de la Plaza de Toros de la villa y corte de Madrid, Francisco González (alias Pachón) y Francisco Hernández (alias el Bolero). Se usarán banderillas de fuego, en lugar de perros, al arbitrio del Sr. Presidente. Por la mañana a las diez, por la tarde a las tres. Precios en todas las puertas de la Plaza. Creo que hubo alguna plaza especial para toros, que se armaba en la plaza de San Agustín o en un sitio próximo.

Entrada de los Reyes Fernando VII y María Amalia en Medina.- Tuvo lugar el 29 de Julio de 1828 según consta de una relación de tres y media hojas en folio. Dice que habiendo los Reyes restablecido ya la paz en Cataluña, volvían a la corte recorriendo Aragón, Navarra y Castilla, para entrar en Madrid el 11 de Agosto, cera del año de la fecha de su salida. Debían entrar por el Arco de la Esperanza, y allí salir al Ayuntamiento, Cabildos, etc. Y acompañarles hasta la calle de Santiago, al palacio de D. Miguel de Dueñas. Enumera dicho escrito todos los adornos de calles, casas, el grande concurso y entusiasmo. En la carrera, los dos brillantes batallones de voluntarios realistas de Zamora, y el de Medina. Salieron sus majestades al balcón del palacio, les vitoreo el pueblo, desfilaron los batallones y el escuadrón  de Caballeros de Medina. Subieron a cumplimentarles las Corporaciones y Obispos de Salamanca, Ávila y Valladolid; durante la comida tocaron las músicas de Zamora y Salamanca. A las seis de la tarde, salieron a pie con 12 guardias de Corps hacia la plaza Real, entraron en la Colegiata, se cantó Te Deum, y fueron al Hospital y al Cuartel, y el siguiente día 30, a las cuatro de la mañana, salieron para Santa María de Nieva. ¿A qué enumerar los arcos de triunfo, los festejos, obsequios, iluminaciones, etc.? Los Soberanos salieron muy complacidos, y en todos los arcos y calles hubo entusiastas y encomiásticos versos. El primero, en el Arco de la Esperanza. El segundo, en la fachada del palacio (así lo dice el texto), dedicado por el ilustre Cabildo de curas. Con lo cual se confirma, que aún se llamaba palacio toda eta parte de la Real Plaza.

De tantos versos como se pusieron, he de copiar siquiera este a que me refiero, y dice así la quintilla:

Como Capellán de honor
De nuestros Reyes amados,
Los fe icita y da loor
Este Cabildo mayor,
De curas beneficiados

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OTROS MEDINENSES

Muchos han sido los que llevados por su afecto a su patria, han copiado su Memorial histórico, con todos sus defectos y faltas. Ya mencionaré al hablar de imprentas y periódicos, lo que a mi noticia ha llegado de lo que han escrito, más en esta parte de la historia me voy a referir únicamente a los medinenses que han reunido notas apuntes y papeles. Ha sido el primero D. Julián Ayllón, Prior de la Colegiata, a quien debemos los planos de la Villa, de la Mota, del Hospital y sus dos tomos de Varones ilustres de Medina, que galantemente ha puesto a mi disposición, así como un antiguo retrato del D. Julián, el descendiente de una hermana del Sr. Ayllón, y escribano de Medina D. Casimiro Rodríguez Toribio. D. Julián dio nota a D. Fernán Domínguez; éste las tomó a su vez y copió de unos otros. D. Tomás de Jesús Salcedo, natural de Olmedo, al que llamo medinense, por su afecto a Medina, hizo lo mismo. D. Isidoro Sanz Méndez copió y corrigió a Salcedo; reunió lo que pudo de unos y otros, y parte de algún documento, poco importantes, tomó de todos ellos lo que pudiera llamarse un artículo para la Historia eclesiástica de Medina, algunos datos históricos, y lo que puede hallar de nuevo en la obra de Varones ilustres del Sr. Ayllón. ¡Lástima que muchos otros medinenses, como fueron Antero Moyano, que escribió la Guía de Medina,  Zarzuelo y muchos otros, no hayan dejado sus documentos en forma de que puedan utilizarse! Ésta será la labor de los que continúen por el camino que ahora emprendo, y ocupación del que perfeccione lo que yo he comenzado y con método, erudición y paciencia, escriba la Historia de Medina. Deslindar en estos manuscritos y apuntes la acción o parte respectiva de cada uno de sus autores, sería como pretender calificarles, o señalar quien hizo más o menos, y en una obra común, todos son acreedores y una misma y altísima consideración, aparte de que tal deslinde resultaría imposible.

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CAPÍTULO PRIMERO

Creación de la Colegiata

En el año 1480, residiendo los Reyes Católicos en esta villa, interpusieron sus preces con la santidad de Sixto IV para que se dignase erigir en Colegiata la parroquia de San Antolín, que el Rey de Aragón D. Fernando, abuelo del Rey Católico, había fundado con ánimo de elevarla a Catedral o Colegiata. Con efecto; se expidió la Bula en 3 de Junio de 1480, noveno del pontificado de Sixto IV, creando un Abad, doce Canonjías, seis raciones y seis medias raciones. La dotación que ella se señaló, era muy pingüe; consistía en préstamos cuya posesión debía irse tomando por la nueva Colegiata, conforme fueron tomando llamada o vocación en los cinco Obispados comarcanos a Medina, esto es en Salamanca, Ávila, Segovia, Palencia, y Zamora, y que no pasasen de 4.000 libras tornesas, hasta completa la cuota total de dotación. La cual no tuvo entero efecto por causas que se ignoran, aunque sobre ello se discurre con variedad. Quieren unos que consistiese en la omisión de los Canónigos, que enredados con varios pleitos sobre preeminencias y procedencias, descuidaron tomar la posesión de los Beneficios vacantes, de modo que cuando querían acudir, hallaban ya otros en posesión, en virtud de las Bulas apostólicas. Otros lo atribuyen a la oposición que hicieron los Obispos en sus respectivos Obispados. Como quiera que fuese, no deja de echarse de menos la protección real en un asunto en que tanto se habían interesado los Reyes pues a ellos se les tiene por autores de esta creación. Esta falta de dotación se llevaba mientras duró la iglesia Colegiata, pues aunque posteriormente se ha solicitado por diversos motivos la congrua, nada más se ha podido lograr que la reunión de ocho prebendas, conseguida en el año de 1775, para lo cual tuvo D. Julián de Ayllón (que esto escribe), la Comisión de su Cabildo.

Después de esto, y como dato de actualidad, transcribo de la Guía de Medina, de D. Antero Moyano, lo siguiente:

Archiprestazgo.- Esta villa, ejerció en lo eclesiástico una jurisdicción exenta, o nullius diócesis, primeramente por un Abad mitrado, y luego por un Vicario general, hasta el año 1885, en que como consecuencia de lo dispuesto en el Concordato de 1851, quedó suprimida, y agregada a la Archidiócesis, de la provincia, de la que es hoy uno de los nuevos Arciprestazgos en que se halla dividida por decreto del Sr. Arzobispo, de 20 de Abril de 1885.

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CAPÍTULO II

Núm. 1 – Fundación del convento de San Andrés de la Orden de Santo Domingo y otros monasterios, noticias de ellos y religiosos de ambos sexos que en los mismos florecieron, dando ejemplos de virtud y santidad.

En el libro o Historia de la Orden de Dominicos, que corresponde a la provincia de Castilla, se refiere la fundación del convento de Dominicos el año de 1390, en la parroquia de San Esteban, dentro de murallas; entre la puerta de Valladolid y el Matadero, y allí estuvieron los monjes dieciséis años; el sitio era poco sano y retirado, y deseaban venirse más al centro; faltábales la providencia humana; y la divina acudió, apareciéndose a D. Juan I el Apóstol San Andrés, calmándole ciertos temores, y mandándole trasladarse al convento de San Esteban a su parroquia de San Andrés, el Rey D. Juan, ya por las guerras ya por los muchos trastornos de su Reino, no pudo cumplir lo ofrecido al Apóstol, y al morir dejó dos Infantes: el uno de once años, que fue D. Enrique, llamado el Enfermo; el otro de menos de diez años, que fue D. Fernando, los cuales por haber quedado tan niños, no pudieron poner en ejecución el encargo que el Apóstol había hecho a su padre. Pero el Infante D. Fernando, que había nacido para dar al mundo el más brillante ejemplo de heroísmo, tomó por su cuenta el cumplimiento de la promesa. Para este efecto, sacó la licencia del Obispo de Salamanca, D. Diego Amaya, en cuyo Obispado por aquellos tiempos estaba comprendido el territorio de este Arciprestazgo, como parece por carta del Obispo, fechada en Madrid a 22 de Noviembre de 1404. Luego trató de poner manos a la obra, la cual comenzó el 19 de Noviembre de 1406, según consta en un privilegio suyo, que dice así: “Yo, el Infante D. Fernando, Señor de Lara, Duque de Peñafiel, Conde de Alburquerque y de Mayorga, agradeciendo a nuestro Señor Dios los muy grandes beneficios y gracias que de Él he recibido y espero recibir con devota intención; pero cuando a Nuestro Señor plugo que el día de mi nacimiento fuese el del santo glorioso Apóstol San Andrés, y ya por su reverencia de él, y porque me lo da el santo Dios por Abogado; tengo por bien el hacer y fundar a servicio de Dios, en la su iglesia, que era parroquial de la villa de Medina del Campo, un monasterio, de la Orden de Frailes Predicadores de Santo Domingo, porque la dicha iglesia mejor servida y honrada fuese y habiendo voluntad que para ahora y en adelante perpetuamente sea Dios servido y alabado; porque los Frailes de dicho monasterio, que ahora son o fueren de aquí en adelante, hayan alguna ayuda de mantenimiento, otorgo y concedo por esta carta de privilegio que por hacer merced y limosna al Prior y frailes, y al convento de dicho monasterio de San Andrés de la dicha villa de Medina del Campo, de la Orden de Predicadores, porque sean, tenidos de rogar a Dios por las ánimas de mi Señor y de la reina mi madre y mi Señora, que Dios perdone, y asistirles en donación pura y perpetua, no revocable, para ahora y para siempre jamás entre vivos, para su provisión y mantenimiento de los dichos frailes del dicho monasterio que ahora son y serán de aquí en adelante, 2.000 maravedíes, y estos 2.000 maravedíes que los hallan y tengan por juro de heredad para ahora y para siempre jamás, señaladamente en las Martiniegas de la dicha villa de Medina del Campo y su tierra; y porque esto sea firme y estable para ahora y para siempre jamás, mandé dar al dicho Prior y frailes de dicho monasterio de San Andrés esta mi carta de privilegio firmada a mi nombre y sellada con  mi sello. Dada en esta villa de Medina del Campo a diecinueve días del mes de Noviembre de nuestro Señor Jesucristo de 1406 años.”

Este convento estaría actualmente más bien dotado si permaneciesen los privilegios y escrituras de donaciones que le hicieron, así los Reyes como varios particulares, pero casi todos perecieron en el incendio. Que esta fundación es Real, no tiene duda, tanto por haber costeado su edificio persona Real, como por la expresada donación que le dejó. Además que D. Juan II le dejó 30 maravedíes de juro; su hijo, siendo Príncipe, le dio 20 maravedíes. Concediéronle dos cargas de leña todas las semanas en el monte de Rebollar, cuya merced confirmaron  sus sucesores. Esto consta en unas sentencias ejecutoriada que ganó el convento a su favor por los años de 1445 y 46 contra la Duquesa de Maqueda Dª. Ana Enríquez, que le movió pleito sobre esta razón. En este convento estás enterrado un Infante de Aragón, hijo de D. Fernando y Dª. Leonor, Reyes de Aragón, el cual fue Maestre de la Orden de Caballería de Alcántara. Entre los dones que la Reina Católica dio a este convento, fue el más apreciable un Crucifijo muy devoto a quien toda la villa profesaba muy tierna devoción. Estuvo colocado por mucho tiempo en la capilla que llaman de las vírgenes, adonde acudían los fieles a implorar el auxilio divino de sus necesidades, perteneciente a la iglesia antigua de dicho convento. Pero habiéndose edificado nueva iglesia en otro sitio, creyeron los frailes que colocando la santa efigie en el altar mayor crecería más la devoción, más no fue así, antes se fue resfriando hasta perderse enteramente. Dice la historia que fue la causa de haberlo quitado los frailes tres cortinas con que le cubrieran, atribuyendo la pérdida de devoción a estar continuamente  la vista de todos. En verdad que las entes suelen dejarse llevar de representaciones exteriores, pero la verdadera devoción hace su sitio en el ánimo. El Santo Cristo que está en el convento de San Bartolomé de Padres Benedictinos de esta villa, es antiquísimo, y consta que en lo antiguo se llevó toda la atención del público, como más largamente se dirá, y no obstante que siempre ha estado y está entre cortinas, que no se corren sino después de encendidas las velas, ha perdido mucho de su devoción. Todas las cosas tienen sus vicisitudes; en un siglo florece la devoción a una imagen, en otra a otra, sin que por eso falte generalmente en el pueblo, porque concurren motivos nuevos y circunstancias particulares que inducen a esta variación.

Los que con mayor largueza de ánimo se señalaron en hacer bien al monasterio Real de San Andrés (de Medina del Campo) fueron dos caballeros ciertos en la Casa Real de los buenos Reyes Católicos D. Fernando y Dª. Isabel. D. Juan de Limpias y Dª. Leonor Rejón, vecinos de Medina, y naturales de ella y de Olmedo, que vivían junto al monasterio de San Andrés, caballeros muy señalados en virtud y en caridad. Y como vecinos de este monasterio, muy devotos y grandes bienhechores. Eran padres de los enfermos, regaladores de huéspedes; en todas las necesidades de la casa eran los primeros, y mientras vivieron favorecieron y ayudaron mucho y acudieron al remedio de las necesidades del monasterio. Estilo muy diferente del que muchos tienen, con no poco daño de sus conciencias guardando las limosnas para los testamentos. Y aunque en vida hicieron mucho, en su muerte dejaron el monasterio una gran hacienda. La donación fue de 22.000 maravedíes de juro, que tenían en as alcabalas de Salamanca. Dejaron el heredamiento de Carrioncillo con sus heredades, prados, un tejar, casa, hacienda tan honrada y tan gruesa que es la que sustenta principalmente la casa. Hicieron esta donación con condición que no pudiesen vender ni enajenar esta hacienda. Dióles el convento sepultura en la capilla mayor, y aunque mandaron hacer unos Oficios y decir y Misas y algunas fiestas, no quisieron obligar a ello al convento, dejando a su voluntad la ejecución y libertad que en personas agradecidas como son y han de ser los religiosos, fue nueva obligación. Con lo cual no pierden de vista jamás lo que deben a tan singulares bienhechores. Dice una cláusula de su testamento:

“Por cuanto todo lo que se emprende y hace en servicio de Dios tanto es más a Él acepto cuanto con mayor caridad y liberalidad es hecho, y menos obligaciones, etc., por esto digo y declaro que quiero, y es mi voluntad, que no cumpliendo todo tan enteramente los dichos mis herederos, como yo lo ordeno por este mi testamento, por ello ni por parte de ello, no sean obligados a culpa mortal ni venial, ni a pena alguna temporal. Y no quiero ser enojosa a los siervos de Dios, antes los quiero obligar con virtud y con amor, a que hagan más bien por mí, y tengan de mi mayor memoria, y así les ruego que lo miren, y cumplan como mis padres, hermanos y herederos.”

Ha reconocido los Padres de aquel convento la libertad con que esta santa les dejó su herencia, que cumpliendo con las obligaciones que dejó, hacen por su alma otros más particulares sufragios, y hacen dos veces al día en sus oraciones memoria de tan gran bienhechora a Misa mayor y a Vísperas.

Otros muchos bienhechores tiene este convento, de que por la brevedad no se hace mención, y por ser dotaciones ordinarias, aparte del testamento de Dª. Leonor Rejón, cosa que descubre la devoción y término de los cristianos de aquel tiempo.

Cuando no tuviera el convento de San Andrés otro título que le hiciera muy señalado en la provincia más que el haber dado el reverendísimo Sr. D. Fr. Lope de Barrientos, de quien esta Historia escribirá especialmente, esto bastaba para que se considere la Religión con que el convento criaba a sus hijos. De su casa de novicios salió, y con la crianza que en él hicieron aquellos padres fue el más calificado hombre que tuvo su tiempo en letras, y en prudencia y en manejo de grandes negocios.

Reliquias principales de este convento.-  Un báculo de San Antonio Abad, donación del Obispo Barrientos, que lo tuvo en Roma como recuerdo del Pontífice, el que hoy posee el Hospital de abajo, que es fundación suya. Lo regaló además un cordón de San Bernardino de Sena, dos piedras de las que se sirvieron para martirizar a San Esteban, el hueso mandíbula de San Bas, óleo del sepulcro de San Andrés apóstol y un libro escrito de mano de Santo Tomás, el cual pereció en el incendio. De este convento se hizo la fundación  del de Nuestra Señora de la Peña de Francia, que fue cedido a los Padres Dominicos por D. Juan II, a instancia y por mediación el ya citado D. Lope de Barrientos. La influencia que ejerció este célebre Prelado sobre los Reyes, las comisiones tan difíciles que le confiaron, sus aficiones literarias, pues aunque de él se diga que quemó los libros del Marqués de Villena, por ser de magia, algunos otros, hasta haciendo relación a estas materias, él escribió; todo ello prueba el verdadero mérito de este medinense insigne.

Tuvo este convento otros hijos muy señalados en Religión, y en letras y en púlpito; uno de ellos fue el Maestro F. Diego de Villegas, gran predicador. El P. Fr. Domingo Galindo, persona muy grave en su provincia y gran bienhechor  de su Casa.  Edificó la sala que tiene el convento, y en el Colegio de San Gregorio un cuarto nuevo para su recogimiento.

Fue hijo de esta casa el P. Fr. Domingo de Salinas, Obispo de Venezuela colegial que fue de San Gregorio en Valladolid, el cual, después de haber gobernado algunos conventos de la provincia de Castilla, fue Procurador general de la Orden en la Corte, y haciendo el oficio con mucha satisfacción, S. M. le hizo Obispo de Venezuela. Corrió voz en esta provincia que por gobernar su Iglesia con mucha satisfacción, quizá por un veneno murió aún joven.

Otros muchos hijos que ha tenido esta casa loables  en  virtud,  letrados y predicadores. Aunque se pasan en silencio muchos de los que han vivido en ella, por dejarlos para sus Casas, con todo eso no se puede dejar de hacer gran memoria del P. Maestro Fr. Domingo Báñez, por haber vivido y muerto en ella. Fue éste gran Padre natural de la villa de Medina, donde aprendió las primeras letras. Tomó el habito en el convento de San Esteban de Salamanca, donde acabó sus estudios. Fue gran predicador y hombre muy señalado en Escuelas, cosas que pocas veces se hallan juntas con ventajas; espíritu y gracia para el púlpito y grande erudición para la cátedra. Gran predicador y gran teólogo, y habiendo menester cada cosa de estas un hombre entero y no de mediana habilidad, acompañado de uno y lo otro con mucha virtud, siendo en medio de estas ocupaciones, muy fraile y celoso de la observancia. Fue muchos años Lector en Ávila, en el Colegio de Alcalá, en Salamanca y en San Gregorio de Valladolid, que es la casa en que entre todas las de esta provincia de esta Castilla (y por ventura de toda la Orden), más se profesaban las buenas letras y ejercicios escolásticos. De aquí fue a Salamanca y regentó una difícil cátedra, y después la de prima hasta jubilar. Duró en el trabajo veinte años enteros, dejando discípulos muy doctos en todas Órdenes y seglares que fueron en la iglesia de Dios grandes Prelados, catedráticos y excelentes maestros.

Hallándose ya cansado y lleno de años y de trabajos, que podían haber acabado a un hombre de más salud y más robusta complexión; y deseando huir de las pesadumbres y pretensiones de las Escuelas, se recogió al convento de San Andrés, que por estar en su tierra, los aires naturales eran muy a propósito de conservar la salud. Vivió algunos día en él, y los Padres de Salamanca, sintiendo mucho su ausencia, por ser de su condición hombre muy amable, le rogaron importunamente que se volviese a honrarlos y consolarlos. Era de condición muy apacible y con muy buen ánimo condescendió con sus ruegos. No pudo ser eso de manera que durase, porque cansándole oficios y negocios de la Escuela y de estudiantes, se volvió a San Andrés, donde se acomodó un rincón, harto pequeño, en una celda bien ordinaria.

Allí vivió con gran ejemplo de humildad y caridad, siendo consuelo y Padre de los religiosos, maestro de virtud de éstos y de seglares, y Consultor del Santo Oficio en sus causas (que en aquel tiempo residía en Medina)

Consultábanle los Consejeros del Rey en la Cancillería y en la corte. Honraba grandemente la Orden con su persona, con su doctrina y con su vida. Sus pláticas eran de mucho espíritu y e mucho desengaño. Era celoso de las Religión y de la observancia, rígido censos de los vicios, y muy afable con los religiosos. Con sus palabras condenaba la remisión y flojedad, y animaba a los que trataban de adelantaren la virtud. Trabajó muchos en declarar la doctrina de Santo Tomás y la verdad de la Teología que enseñaron los Padres antiguos. Desvelóse por librarla de las novedades de algunos modernos, que han pretendido caminar por nuevas veredas. En esto se ocupó los últimos años de su vida, predicando muchos sermones y disputando muchas materias, sobre esto escribió algunas Historias, que de ellas salieron a luz, de ellas se presentaron al Santo Pontífice Clemente VIII y a los Tribunales del Santo Oficio; señaladamente trató de la materia de Gracia y del Libre albedrío.

En estas ocupaciones le halló la muerte; que una calentura que sobrevino a una cuartana, le debilitó de manera que le acabó la vida, y murió como había vivido. Recibió los Sacramentos muy acordadamente, muy despacio y con grande reverencia. Cuando le dieron el Viático hizo una cristianísima y santa protestación, sujetando su doctrina y sus escritos todos a la Santa Iglesia romana, y a su censura en la doctrina de los auxilios, conforme al parecer que siempre había tenido, esperando en Dios que la definiría la Iglesia, columna y firmamento de la verdad, quedando presto y obediente a sus santa y verdadera determinación. Esto fue lo último que en materias de Doctrina habló.

Atribúyenle que antes de morir había retractado el parecer que había tenido en la materia de Auxilios; más para que lo entendiesen hizo venir los frailes más graves, en cuya presencia confirmó lo que había escrito. Quedó su cuerpo con la limpieza y candor que prometían sus trabajos, su vida y su muerte.

Núm. 2 – Fundación del convento de religiosas dominicas de Santa María la Real de las Dueñas, de Medina del Campo.-

La fundación del convento de San Andrés de Padres Dominicos, que se hizo en esta villa, por la piedad del Infante D. Fernando (luego Rey de Aragón) dio motivo a la de Santa María de las Dueñas; pues habiendo quedado SS. AA. Contentos y satisfechos de su buena elección, porque veían que los Padres Dominicos desempeñaban perfectamente el ministerio de su Instituto, y los fines que los fundadores se habían propuesto para promover en esta villa el bien espiritual de los fieles cristianos y la conversión de los judíos, a donde concurrían unos y vivían otros como en un emporio de comercio, quisieron hubiese otro de religiosas, que con sus oraciones virginales ayudasen a sus hermanos para el logro de tan santos fines. No pudieron SS. AA. Cumplir esta idea tan prontamente como lo pedían sus deseos, porque los grandes cargos de la Corona de Castilla, que descansaban sobre los hombros del Infante D. Fernando, en la menor edad de don Juan II, que era el sucesor de ella, no le dieron lugar a la empresa. Además de esto ocurrió la novedad de haber puesto en el año de 1410 la Corona del Reino de Aragón sobre la cabeza del infante D. Fernando los jueces que entendieron en esta disputa, porque a quien por amor a la justicia atropella los impulsos de la ambición, le premia Dios con otra corona por la que dejó, con lo cual no se halló el Infante tan desembarazado; no obstante, ya había obtenido licencia de Benedicto VIII para la fundación. La temprana muerte del Rey de Aragón, que sucedió en 1416, parece que había acabado con las esperanzas de conseguirse la fundación de este convento; más la divina Providencia, que hace obrar por caminos incógnitos a los hombres, dispuso esto de una manera por la que se consiguió la fundación más brevemente de lo que se esperaba. La Reina viuda, Dª. Leonor, luego que arregló y se desembarazó de todas las cosas que la había confiado su marido en Aragón, trató de retirarse  Castilla y eligió por su morada a Medina del Campo, como villa suya propia, donde tenía su Palacio real. Luego que se asentó en su casa, no perdiendo de vista el cumplimiento de sus ideas y las de su difunto marido, obtuvo licencia del Obispo de Salamanca.

Pero como a la sazón los las Canonesas Premostratenses del convento de Santa María de los Huertos hubiesen obtenido Bulas de la misma Santidad de Benedicto VIII, para vivir bajo la Regla de Santo Domingo, se aprovechó de esta coyuntura la Reina, y cediendo sus casas Reales para la nueva fundación, y contribuyendo con su liberalidad para los gastos, se dio principio a la obra en el año de 1418. Luego que el Palacio se acomodó para habitación  para las religiosas y para las otras oficinas  que han menester, se trasladaron a ella las religiosas Canonesas y otras de la Orden Dominica.

Es regular viviesen todas, desde luego bajo la Regla de San Norberto por algunos años, y que bajo de ella profesó la Reina. Quedó el convento con el nombre de Santa María la Real de las Dueñas, conservando el mismo nombre que tuvo antiguamente, de los Huertos, por haberse hallado la efigie de la Virgen santísima en unos huertos, según la tradición, que se conserva en la Comunidad.

Aquí permaneció la Reina Dª. Leonor hasta su muerte, que fue en el año de 1435, aunque no dejó de salir fuera de él algún tiempo a los negocios tocantes a la compostura y pacificación entre el Rey Don Juan, el Rey de Navarra y los Infantes, porque en aquellos tiempos no estaba la clausura con el rigor que ahora. Procuró la triste Reina (que así se firmaba después de la prisión de sus dos hijos hecha por los moros- debiendo ser los genoveses según el P. Abarca, esto creo, - en la desgraciada batalla naval que les dieron en el Mediterráneo) dejar bien dotado en convento y con muy buenos privilegios, de los cuales se han perdido muchos; pero si hubiesen admitido la oferta que por consejo de su confesor la repudiaron , que era el señorío de las Villas de Alaejos y La Nava, fuera hoy una de las más opulentas de Castilla. Entre las cosas que señaló fue una un juro de 1279 doblas, con el aumento correspondiente 600.000 maravedíes; otro perpetuo de 47847 maravedíes, situado sobre las alcabalas de Toro y Salamanca, su data 22 de Marzo de 1425, y está confirmado por los Reyes D. Juan II y D. Enrique IV.

Tenían otro privilegio para apacentar mil cabezas de ganado mayor y menor en los cotos de dehesas de esta villa, semejante al que tenían los Padres Premostratenses, pero éste se revocó por S. M., en atención al aumentos de las labranzas de esta villa, hará treinta años. Además debe a la piedad de D. Juan Rey de Navarra y Aragón, padre del católico D. Fernando, la concesión de 30 cargas de trigo en los Propios de Medina del Campo y sesmeria  de Cervillego, y 32 cargas de 2.000 maravedíes en las tercias de cierto Obispado, y otros muchos que aún conservan.

En este estado pasó la Reina algunos años, viviendo en parte del Palacio que reservó para su habitación, entregada a los ejercicios de la virtud en medio de la Majestad Real, sin incomodar a las religiosas  en los de su santo Instituto; antes las servía de mucho estímulo para encaminar a la perfección de la vida monástica el ejemplar de la persona Real;  hasta que cinco años después de su muerte, en el de 1430, dio testimonio público de que su retiro y observancia de vida no se había enderezado a buscar las conveniencias y comodidad propia, sino al camino más seguro de la eternidad y la salvación. Quiso, pues, profesar en religión el mismo método de vida que años hacía observaba privadamente, y así se resolvió con admiración de toda España a tomar el hábito de religiosa, juntamente con sus cuatro damas que la servían.

Profesó la Reina, y las cuatro damas hicieron lo mismo, pero en el estado de legas, y en atención a la persona que había de continuar asistiendo , se las concedió el uso del velo negro, cuya prerrogativa aún se conserva. En este nuevo estado portóse la  Reina aún con mayor fervor en los ejercicios espirituales, siendo puntualísima a todas las funciones del nuevo  ministerio, caritativa, afable y liberal para todos sin desdeñarse de ejecutar los actos de humildad, dando ejemplo y estímulo con él a la observancia más exacta. Con semejantes disposiciones  murió el año arriba dicho, y su cadáver está enterrado en medio del magnífico coro que tienen estas monjas. En él están también enterrados los Infantes D. Alonso y Dª. Teresa, hijos del Rey D. Juan de Aragón y Navarra, que murieron antes.

Entre las alhajas del oratorio de la Reina, que cedió para la Comunidad, hay las religiosas siguientes: Un brazo de San Lucas, Evangelista, y otro de San Luís, Obispo de Tolosa, que se conservan en urnas de cristal guarnecidas de plata; pero la más especial es una espina de la Sagrada Corona de Cristo, cuyos prodigios obrados por su contacto en varios enfermos, dan suficiente prueba de ser verdadera.

El caso siguiente que refieren las Historias de la fundación de este convento es el más decisivo y fue que queriendo un capellán de las monjas poseer una parte de esta espina, y meditando sobre el modo de conseguir su intento, se aprovechó de una de las muchas ocasiones en que sólo a él se le fiaba llevarla a los enfermos, que se encomendaban a ella y la pedían; y abriendo con mucho tiento la urna, partió con los dientes una partícula pequeña, y envolviéndola en un lienzo se la puso en el pecho, volvió a cerrar la urna y queriendo retirarse con su piadoso robo, no pudo conseguirlo, porque inmediatamente cegó, y por más que hizo para buscar salida, atribuyendo a esta causa su ceguera, no pudo atinar con la puerta; hasta que abriendo os ojos del alma  y considerando su ceguera como castigo de su desacato y profanación de la santa reliquia, dio voces, acudieron las monjas y confesó públicamente su culpa y entregándoles la reliquia, recibió arrepintiéndose de su culpa la absolución del confesor; queriendo Dios usar con él de misericordia, le restituyó la vista y le dejó escarmentado y mejorado corporal y espiritualmente.

Este convento ha padecido dos incendios; el primero al principio de su fundación, el cual no causó daño de mucha entidad. El segundo, que fue muy grande, redujo casi todo el convento a cenizas, pero sin causar otra desgracia que la pérdida del edificio material, porque pudieron salvarse las religiosas, alhajas, ropas y los papeles del archivo.

Fue muy notable el caso sucedido, en que se vio visiblemente la mano de Dios obrar a favor de sus siervas, pues habiéndolas cogido a todas el incendio en ocasión que estaban recogidas, ninguna despertó, y todas sin remedio hubieran perecido; pero quiso la divina Providencia que se tocasen solas las campanas  para avisar al pueblo y llamarle al socorro; a la novedad acudieron todos, y la justicia, que tenía entonces muy buenas providencias tomadas para su policía; hallaron todo el convento en el más profundo silencio. Llegaron, llamaron a las puertas y viendo que nadie acudía a franquearlas se pusieron a forzarlas, a cuyo tiempo llegaron dos religiosas que, sin aguardar a dirigir la gente, desaparecieron de su vista. No obstante esto, penetró la gente ansiosa de salvar a las monjas hasta el dormitorio, y entonces vieron con admiración que estaban entregadas al sueño más tranquilo, y conocieron que al sonido de las campanas  y abertura de las puertas había sido por modo milagroso, y lo demás obra del demonio, a quien habían visto algunas personas y muy espirituales atizar el fuego con sus fuelles; buena prueba de las almas virtuosas que florecían en esa Comunidad y que tanta guerra le hacían.

Con este motivo ofrecieron los Reyes Católicos sus Palacios Reales a la Comunidad, que estaban contiguos a la Plaza Mayor de las Ferias; como tan enemigas las religiosas del bullicio, estimaron y no aceptaron la oferta. Entonces la liberalidad de los Reyes, movidos de un ejemplo tan virtuoso, se explicó concediéndolas 100.000 maravedíes de juro sobre el Maestrazgo de la Orden de Alcántara; con este auxilio y con los dotes de algunas religiosas se reedificó el convento con tanta o mayor magnitud que antes. Esta fábricas tardó el perfeccionarse algunos años, porque por las urgencias del Reino dejó la concesión de los Reyes y también la que para el mismo efecto hizo Carlos V, hasta que Felipe II revalidó la merced de su señor padre, con lo que se concluyeron las oficinas que faltaban. Conserva los escudos de las armas Reales por dentro y fuera de la obra, y especialmente en la puerta de la iglesia; hay al lado derecho un manojo de saetas, y al izquierdo un yugo con las coyundas con el lema; Tanto monta. Lo que prueba la intervención de los Reyes católicos.

En este vergel han florecido en todos tiempos religiosas muy ejemplares en virtudes,  y por lo que hace a las naturales de esta villa se contaron entre ellas Aldara Quintanilla, de la ilustre casa del Conde de Quintanilla. Esta señora desde niña fue admirada por sus santas  inclinaciones a todo lo que era virtud, desprecio del mundo y retiro. En prueba de lo cual, dejando las conveniencias con que se crió en su opulenta casa, eligió para renunciar de una vez al mundo, entrarse en el convento de Santa María de las Dueñas, que a la sazón era tenido por uno de los más observantes. Luego que logró su intento, que de ningún modo estorbaron sus padres, comenzó, aunque niña, a entregarse a todos los oficios de virtud. La oración, los ayunos, asperezas y mortificaciones los hizo familiares, tanto que, como una tierna planta descuella brevemente sobre las demás con el continuo riego y cultivo, así Dª. Aldara aventajó a las demás, habiendo en la Comunidad tantas y tan excelentes religiosas en toda virtud.

Por este tiempo se trató de la fundación de las monjas de Santa Catalina de Ocaña, y para primera maestra y fundadora, pareció a los Superiores la más a propósito Dª. Aldara. Este elección se debió a la opinión que tenían de su descripción, prudencia y sólida virtud, y así fue preciso intimarla la orden de su Superior. Como su humildad era tan grande, la sirvió de muchísima confusión verse elegida para un ministerio para el cual se reputaba por indigna, pero rindiéndose gustosa a la obediencia, aceptó el nuevo cargo. Salió de este convento para el de Ocaña entre los llantos y gemidos de sus Hermanas, que, como la virtud es tan amable, se hace muy sensible privarse de lo que se ama.

Consumó su obra a gusto y satisfacción del Provincial, que gloriosa de su acertada elección, porque en su mucha prudencia y suavidad consiguió formar en breve tiempo en aquel convento un admirable plantel de virtud tan arraigada en su observancia, que no temieron los Superiores sacar de allí a Dª. Aldara para que fuese a Belmonte a fundar otro de Santa Catalina, como lo ejecutó, dejándole tan floreciente como el de Ocaña, a donde dispuso la obediencia que se restituyese. Este ejemplo de religiosas luego que se vio entre sus primeras Hijas se llenó de gozo encontrándolas tan fervorosas como las dejó, y ellas de admiración al ver a su Madre, que sin embargo, en su ancianidad y muchos trabajos, en nada había aflojado en su espíritu, ni en el fervor de la oración, ni en las penalidades. Llegóse la hora deseada de verse con su Esposo, por quien toda la vida había suspirado, y cediendo su último aliento a una violenta enfermedad que la acometió, murió santamente en su convento de la Villa de Ocaña. Después de algunos años fue preciso removerla del lugar donde se la había dado sepultura, y se la halló tan flexible como si acabara de expirar. (Medrano, Historia de la Orden de Predicadores, pág. 3, tomo I, libro I, capítulo XVII.)

También floreció en este convento, en gran olor de santidad, la Madre Isabel de Morejón, natural de esta villa, de la ilustre casa de los Morejones, nobles y antiguos linajes de Medina. Sus padres tenían intentando casarla con un caballero igualmente noble y rico, más como sus pensamientos los tenía puestos en cosa de superior esfera, sin darse por sentida de sus padres, encomendóse a Dos para que la iluminase y dirigiese al sacrificio que le quería hacer de sí misma, según su divino beneplácito. Tenía esta señora una hermana que había profesado en el convento de Santa María de las Dueñas, y como un día pasase a él a ver la función de un Hábito que se daba, con este motivo entróse dentro de la clausura que no era tan rigurosa en aquel tiempo. Luego que se vio  dentro descubrió su ánimo a las religiosas las cuales sabiendo que atropellaba por los conciertos matrimoniales que la habían propuesto, no dudaron de su verdadera vocación. Sintiéronlo sus padres y todos los que tenían esperanza en el logro de su persona, pero resistió con la mayor constancia todas las persuasiones que la hicieron en contrario. La primera noche que durmió en el convento se la apareció Jesús en figura de un niño rodeado de resplandor y de gloria, que la alertó a permanecer en su buen propósito. Con esto entabló una vida tan austera, que ninguna cosa de la Religión le pareció insoportable y dificultosa. A todas las mortificaciones de la Regla añadió ella un cilicio muy áspero alrededor de su cuerpo, una soga al cuello, de que pendía un crucifijo sobre su pecho, y sobre sus mismas carnes una cadena de gruesos eslabones de hierro, que introduciéndose  por ellas la mortificaba mucho.

Heríase el pecho, a imitación de San Jerónimo, con una piedra. Jamás salió del coro después de los Maitines, sino que permanecía en él hasta la hora de prima, continuando sus vigilias en oración, disciplinas y lágrimas, en las que la dotó Dios, pues regaba con ellas el suelo hasta humedecer el sitio donde había estado. Buscaba los rincones y lugares más apartados para practicar tan santos ejercicios, y con la sangre con la que los dejaba bañados se conocía que había estado allí la Madre Isabel de Manjón. Su pobreza era muy extremada, pues cuanto tenía de lo que la enviaban sus padres, que no era poco, lo distribuía o en los pobres o en las religiosas necesitadas, o para el culto divino. En su celda respiraba pobreza todo su ajuar, tanto que para morir tuvo sábanas prestadas. En este estado la cogió la muerte el día de la Purificación de Nuestra Señora del año de 1603.

Dª. Ana de Tarsis, natural de esta villa y descendiente de la casa de los marqueses de Falces, fue religiosa profesa de este convento, y de una vida tan entregada a la virtud, que sin embargo de sus pocos años, acompañó a la Madre Isabel de Quintanilla a la fundación del convento de Ocaña. Fue muy ejemplar de humildad, devoción, penitencia y lágrimas, guardando extraordinario retiro. Vivió en Ocaña santamente, donde entregó el espíritu al Señor, a los dieciocho años de su edad, como lo dice el Obispo Monopoliense. (Historia de la Orden de Santo Domingo, libro II, capítulo XII de la 3ª parte.)

También gozó este convento de Santa María la Real de las Dueñas de una imagen de Nuestra Señora de mucha veneración y devoción, que por su medio ha obrado Dios muchos milagros. También está enterrada en este convento Dª. Leonor de Escobar, madre del Infante D. Alonso y su hijo D. Alonso, Maestre de Calatraba. Concedió además la piedad del Rey D. Juan de Navarra y Aragón a este convento 2.000 maravedíes de juro de las Carnicerías de Medina y de 1.000 de las alcabalas de Flores de Ávila, y de dos carros de leña cada semana en el monte Rebollar. Además de las dichas han florecido en él muchas religiosas de gran virtud y santidad, entre las cuales se encuentran la Madre Isabel de Prado, la Madre Elvira de Castro, Sor María Sancha, la Madre Francisca de San Miguel, la Madre Isabel Álvarez, Sor Isabel de San Ildefonso, la Madre Leonor Godínez, la Madre Antonia de Benavides y la Madre Francisca de San Andrés.

Zurita (Anales de Aragón, tomo III, libro XIV, año de 1435, pág. 234) dice: “Pocos días después que la Reina volvió a Zaragoza, se tuvo nueva de la muerte de la Reina Dª. Leonor, su suegra, que falleció en el Monasterio de las Dueñas de Medina del Campo, a diecisiete días del mes de Diciembre. Fue su muerte muy sentida, y pasaron por aquella Princesa grandes aflicciones y trabajos, viéndose a sí y a sus hijos los Infantes despojados de tan grandes Estados y patrimonios, y el Rey y a los otros hijos mayores en prisión en poder de sus enemigos.

Número 3.- Fundación del convento de la Visitación, llamado monjas Fajardas.-

La creación de este convento se hizo para Religiosas de orden Tercera de Santo Domingo, por autoridad del Pontífice Juan II en su Breve dado en Roma a 11 de Junio de 1508. Está dedicado al Sagrado Misterio de la Visitación de nuestra Señora, Madre de Dios, la Virgen María.

Su fundadora fue Isabel Tegén, hija de D. Juan Tegén de Polonia, médico de la Reina, y Dª. Leonor González, una de las damas de la Reina Católica Dª. Isabel I, muy noble y muy virtuosa, cuyo marido fue un señor apellidado Fajardo, de la distinguida casa de los Vélez, vecino de esta villa de Medina del Campo, la cual tenía su habitación en unas casas, frente al convento de Padres Dominicos. De este matrimonio nació Dª. Inés Fajardo, que también fue dama de la misma Reina. Habiendo enviudado Dª. Isabel Fegén y viéndose con sola su hija, como tan inclinadas a la virtud, determinaron rehuir al mundo,  y retirarse a pasar su vida en el recogimiento de los claustros. Con este motivo, de frecuentar para su devoción el convento de Dominicos, tomaron cariño hacia esta sagrada Religión y a la Sª. Isabel la vino el pensamiento de hacerse beata de Santo Domingo juntamente con su hija, la cual pusieron en ejercicio algunos años antes de la fundación del convento. En este estado pasaron sus vidas dedicadas a los ejercicios de virtud y ganando almas para que siguiesen este camino.

Luego que se hubieron ya reunido en competente número, trataron de obtener facultad de Julio II para su proyectada fundación, como efectivamente lo lograron. En ella fue nombrada por Priora perpetua Dª. Isabel: se las concedió facultad completa para erigir el convento con todas las circunstancias  de claustros, iglesia, campanario, etc., que se acostumbraba conceder a otros conventos: para hacer los tres votos solemnes de castidad, pobreza y obediencia, en que consiste substancialmente su Religión. Entraron además de las dos fundadoras otras treinta novicias. Sus propias casas las cedió para edificar en ellas el convento, con otras dos que agregó a su costa para darle mayor amplitud. La dotó de manutención con la Comunidad con sus propios bienes y con el juro de 20.000 maravedíes, situado en las Alcabalas de Salamanca, que la dio el Rey Católico para mantillas cuando el nacimiento de D!ª. Inés, su hija, el cual por no poderse acrecer el convento a razón de a 20 el millar, fue redimido en el reinado de Felipe III. Muerta Dª. Isabel, eligieron las monjas por Priora a su Hija Inés, y en tiempo de ésta, en el año de 1527, se hicieron las Constituciones que se habían de guardar en adelante y fueron aprobadas por los Papas Julio II y León X. El método de vida con que comenzó esta Comunidad fue admirable, tanto por la pobreza como en la oración, penitencia y todo género de austeridades. En cuanto a la clausura siguieron la costumbre de aquellos tiempos en los Beaterios, hasta que por su Santidad se limitó esta licencia, generalmente en tiempos posteriores, reduciéndola a que solo pudiesen entrar mujeres, y las monjas de dos en dos podían salir a oír sermón al convento de San Andrés.

Ha producido esta Comunidad insignes religiosas en el buen olor de santidad, entre ellas se cuentan como hijas naturales de esta villa las dos fundadoras, Dª. Isabel y Dª. Inés, su hija, quienes a la continua oración añadían el rigor de las abstinencias y penitencias, porque Dª. Isabel juntaba los días con las noches orando en el coro, no tenía otra cama que el desnudo-suelo: la mortificación y los ayunos eran tantos que después de abstenerse de todo lo que era carne, lo poco que comía para su alimento preciso, lo sazonaba con acíbar, para lo cual tenía consigo un poco reservado. Su hija Dª. Inés fue mujer de grande observancia religiosa y no menos penitente que su madre. Se abstuvo siempre de las carnes, y los ayunos de la Orden los hacía siempre a pan y agua, ahorrando la comida, o para darla a los pobres o para emplearlo en el culto divino. No usó de otro lecho que el de el suelo; rodeaba su cuerpo con cadenas y la reducía a la servidumbre de su espíritu, con continuas y rigurosas disciplinas. Se distinguió  muchos de la humildad, empleándose en los ministerios más bajos del convento. Era muy caritativa con las enfermas, e hizo tal desprecio del mundo, que andaba siempre descalza y con vestido muy pobre. Cuando parecía que entre tanto rigor de vida no podía durar tanto tiempo, vivió largos años, dando a todas el más señalado ejemplo de virtud, y el más esmerado cumplimiento de las Constituciones que había formado. La gran opinión de virtud con que acabó sus días esta señora dio ocasión a que desde entonces fuesen llamadas estas monjas Fajardas, del apellido de esta su virtuosa segunda fundadora, que aún conservan. A éstas siguieron la Madre Francisca  de Mercado, Isabel de Montalvo y Teresa del Corral, hijas de esta villa, cuya nobleza hicieron más resplandeciente con sus virtudes, empleándose continuamente en la oración, en rigurosas penitencias y en todo género de mortificaciones.

No obstante que Dª. Inés era ya monja profesa la llevó consigo a Portugal la Infanta de Castilla que casó en este Reino, por la buena opinión en que la tenía; y habiendo muerto su madre, siendo Priora, la eligió por tal la Comunidad, con cuyo motivo tuvo que retirarse a su convento. También, fueron compañeras de Dª. Inés en tan particular vida y reforma la Madre Ana de Santo Domingo, Magdalena de los Reyes, Catalina de San Jerónimo, María de los Ángeles, María de Alarcón, Isabel de Palma, Teresa Ruiz, Leonor Bermúdez, Catalina Ferrer, Luisa Nogueras y otras muchas, que todas resplandecieron en singular virtudes.

Número 4.- Colegio de la Compañía de Jesús.-

La fundación de este colegio tuvo principio en el año de 1551, pasando a esta villa dichos Padres y algunos otros, y por Rector el bondadoso Pedro Sevillano. Al principio vivían en unas casas particulares, como se colige de la facultad Real de D. Felipe II, dada al Ayuntamiento de esta villa para que de los Propios de ella contribuyesen a la manutención de los Padres, con dieciséis cargas de trigo anuales. Aquí comenzó a enseñar lógica Maximiliano Capilla, y explicaba también algunas cuestiones concernientes a las obligaciones del cristiano. El P. Bautista Sánchez predicaba al pueblo, y ,os demás se empleaban en sus  ministerios a beneficio de la villa y su tierra, enseñando Gramática latina, como lo dice la citada facultad real. (Alcázar, Historia de la Compañía, parte I, Dec. II, cap. II.)

Número 5.- Fundación del convento de San Francisco.-

Se ignora a punto fijo el año de la fundación de este convento por haber padecido dos veces incendio; uno, el año 1491, y el otro en el 1520 en tiempo de las Comunidades, en cuya ocasión se quemaron los papeles y pereció su Memoria; pero puede conjeturarse muy bien, que es uno de los antiguos, pues que en el de 1313 ya e halla noticia de su Guardían, que lo fue el P. Fr. Pascual, quien copió del original el célebre Concilio de Zamora, teniendo en dicho año, según existe en el Archivo de la Catedral de Coria, y su firma: Fr. Pascual, Guardián de San Francisco de Medina.

Núm. 6.- Fundación del convento de Agustinas Recoletas.-

Dª. Agustina Canovio, viuda de Claudio Visconti, vecino de esta villa, entre las fundaciones que hizo, lo fue una en el convento de monjas Agustinas Recoletas de dicha villa, para que las hijas naturales de ella, y a falta de éstas la de su jurisdicción, tuvieron en el expresado convento dos plazas, en cuyas vacantes o en cada una de ellas, pudiesen entrar sin dotes a ser admitidas a la profesión de monjas de velo negro alguna de ellas.

Con motivo de haber provisto la Comunidad una de las plazas referidas en Juana del Canto, natural de la villa de Martín Muñoz, que no es de esta jurisdicción, excusándose que para ocuparla no había ninguna pretendiente de las que podía la fundación, salió el Procurador general de esta villa oponiéndose a que se la diese la profesión por ser contra el derecho que a dicha plaza tienen las llamadas en la fundación, y habiéndose seguido el pleito por una y otra parte, el eminentísimo Sr. Cardenal Mellini, Nuncio apostólico en estos Reinos, pronunció la sentencia en Madrid, a 27 de Julio de 1685, por la cual se mandó que a la citada Dª. Juana se la diese profesión, dando una alhaja de valor de 100 ducados a la iglesia de dicho convento, y que las plazas dichas que en adelante fuesen vacando no se diesen a otras que a las hijas de esta villa, o en su defecto a las de los pueblos de la jurisdicción. Librándose las letras en Madrid, a 31 de Julio del dicho año, y en 8 de Agosto, se notificó a la Priora y Comunidad la sentencia por Cristóbal Pizarro, notario de asiento de la Audiencia eclesiástica de esta villa. El original obra en el oficio de dicho notario, y sacóse esta copia a petición del Procurador general, D. Jerónimo Pérez Angulo, lo que se conserva en el Archivo, legado 19, núm. 5. De Dª. Agustina Canovio escribió Ossorio en el libro III, cap. XII.

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CAPÍTULO III

Fundación del convento de Carmelitas descalzas de San José

Aunque en Ossorio, y en el cap. LVII del Memorial histórico, se hace mención de este convento, fundación de Santa Teresa, y en los Manuscritos de los medinenses, hallo algo, en todo ello menos, y con la honra para Medina como lo que refiere la santa, aparte de haberla ayudado en ésta a fundación el P. Julián de Ávila y dice en el pár. 4º del cap. II del tomo IV de sus obras, habiendo de hacer nuevas fundaciones y de la carta que había escrito el Padre General:

“Nuestra Señora, de quien era muy devoto, debió ser la que lo negoció, porque esta carta llegó a su poder estando en Valencia, y desde allí me envió licencia para que se fundasen dos monasterios, como quien deseaba la mayor Religión de la Orden.”

Y sigue el cap. III:

“1.- Pues estando yo con todos esto ciudadanos, acordé de ayudarme de los Padres de la Compañía, que estaban muy aceptos en Medina, con quien (como ya tengo escrito en la primera fundación) traté mi alma muchos años, y por el gran bien que la hicieron, siempre las tengo particular devoción. Escribí lo que nuestro Padre General me había mandado al rector de allí, que acertó a ser el que me confesó muchos años, como quedo dicho, aunque no le nombré, llámose Baltasar Álvarez, que al presente es Provincial. Él y los demás dijeron que harían lo que pudiesen en el caso, y así hicieron mucho para recabar la licencia de los del pueblo y del Perlado, que por ser monasterio de pobreza, en todas partes es dificultoso; y así se tardó algunos días en negociar.”

“2.- A esto fue un clérigo muy siervo de Dios, y bien desasido de todas las cosas del mundo y de mucha oración. El capellán en el monasterio a donde yo estaba, al cual le daba el Señor los mismos deseos que a mí, y sí me ha ayudado mucho, como se verá adelante: llamóse Julián de Ávila . Pues ya que tenía la licencia, no tenía casa ni blanca para comprarla; pues crédito para fiarme en nada (sí el Señor no lo diera). ¿Cómo le había de tener una romera como yo? Proveyó el Señor que una doncella muy virtuosa, para quien no había habido lugar en San José que entrase, sabiendo que hacía otra casa, me vino a rogar la tomase en ella. Ésta tenía unas blanquillas, harto poco, que no eran para comprar casa, sino para alquilarla; y así procuramos una de alquiler, y para ayuda al camino. Sin más arrimo que éste, salimos de Ávila dos monjas de San José y yo, y cuatro de la Encarnación, que es el monasterio de la Regla mitigada (a donde yo estaba antes  y que se fundase San José) con nuestro Padre capellán Julián de Ávila.”

"3.- Cuando en la ciudad se supo, hubo mucha murmuración, unos decían que yo estaba loca, otros esperaban el fin de aquel desatino, el Obispo (según después me ha dicho) le parecía muy grande, aunque entonces no me lo dio a entender, ni quiso estorbarme, porque me tenía mucho amor y no darme pena; mis amigos harto me habían dicho, más yo hacía poco caso de ello, porque me parecía tan fácil lo que ellos tenían por dudoso, que no podía persuadirme a que había de dejar de suceder bien. Ya cuando salimos de Ávila, había yo escrito a un Padre de nuestra orden, llamado Fr. Antonio de Heredia, que me comprase una casa, que era entonces Prior del monasterio de frailes, que allí hay de nuestra Orden, llamado Santa Ana. Él lo trató con una señora que le tenía devoción, que tenía una que se le había caído toda, salvo un cuarto, y era muy bien puesto. Fue tan buena que prometió vendérsela y así lo concertaron sin pedirle fianzas, ni más fuerza de su palabra, porque a pedirlas, no tuviéramos remedio: todo lo iba disponiendo el Señor. Esta casa estaba tan sin paredes, que a esta causa alquilamos estotra, mientras ésta se aderezaba, que había harto que hacer.”

“4.- Pues llegando la primera jornada ya noche y cansadas por el mal aparejo que llevábamos, yendo a entrar por Arévalo, salió un clérigo nuestro amigo, que nos tenía una posada en casa de unas devotas mujeres, y díjome en secreto cómo no teníamos casa, porque estaba cerca de un monasterio de Agustinos, y que ellos resistían que no entrásemos allí, y que forzado había de haber pleito. ¡Oh, váleme Dios! ¡Cuando Vos, Señor queréis dar ánimo, qué poco hacen todas las contradicciones. Antes parecía me animo, pareciéndome, pues ya se comenzaba a alborotar el demonio, que se había de servir el Señor de aquel monasterio.”

“Llegamos Medina  del Campo, vísperas de Nuestra Señora de agosto, a las doce de la noche; apeámonos en el monasterio de Santa Ana, por no hacer ruido; y a pié nos fuimos a la casa. Fue harta misericordia del Señor que aquella hora encerraban toros, para correr otro día, no nos tomar ninguno. Con el embebecimiento que llevábamos, no había acuerdo de nada; más el Señor, que siempre le tiene de los que desean su servicio, nos libró, que cierto que allí no se pretendía otra cosa. Llegadas a la casa, entramos en un patio, , las paredes harto caídas me parecieron, más no tanto como fue  de día se pareció. Parece que el Señor había querido se cegase aquel bendito Padre, para ver que no convenía poner allí el Santísimo Sacramento.”

“7.- Visto el portal, había bien que quitar tierra de él a teja vana, las paredes sin embarrar, la noche era corta, y no traíamos sino unos reposteros (creo eran tres); para toda la largura que tenía el portal era nada; yo no sabía qué hacer, porque ví no convenía poner allí altar. Plugo al Señor, que quería luego se hiciese, que el mayordomo de aquella señora tenía muchos tapices de ella en casa, y una cama de damasco azul, y había dicho nos diesen lo que quisiésemos, que era muy buena. >Yo cuando vi tan buen aparejo, alabé al Señor, y así harían las demás, aunque no sabíamos que hacer de clavos, ni era hora de comprarlos; comenzamos a buscar de las paredes; en fin, con trabajo se halló recaudo. Unos a entapizar, nosotras a limpiar el suelo, nos dimos tan buena prisa, que cuando amanecía estaba puesto el altar y la campanilla en el corredor, y luego se dijo la Misa. Esto bastaba para tomar la posesión: no se cayó en ello, sino que pusimos el Santísimo Sacramento; t desde unas resquicias de una puerta, que estaba frontero, veíamos Misa, que no había otra parte. Yo estaba hasta esto muy contenta, porque para mí es grandísimo consuelo ver una iglesia más, a donde haya Santísimo Sacramento; más poco me duró porque como se acabó la Misa, llegue por un poquito de una ventana a mirar el patio, y vi todas las paredes por algunas partes en el suelo, que para remediarlo eran menester muchos días.”

“8.- ¡Oh, váleme Dios, cuan yo vi a S. M. puesto en la calle, en tiempo tan peligroso como ahora estamos por estos luteranos, que fue una congoja que vino a mi corazón! Con esto se juntaron todas las dificultades que podían poner los que mucho lo habían murmurado, y entendí claro que tenían razón. Parecióme que sería imposible ir adelante con lo que había comenzado; porque así como antes todo me parecía fácil, mirando a que se hacía por Dios así ahora la tentación estrechaba de manera su poder, que no parecía haber recibido ninguna merced suya, sólo mi bajeza, y poco poder tenía presente. Pues arrimaba a cosa tan miserable, ¿qué buen suceso podía esperar? Y a ser sola, paréceme lo pasara mejor; más pensar había de tornar las compañeras a su casa con la contradicción que habían salido, hacíaseme recio. También me parecía, que errado este principio no había lugar todo lo que yo tenía entendido había de hacer el Señor adelante. Luego se añadía el temor, si era ilusión lo que en la oración había entendido, que no era la menor pena, sino la mayor; porque me daba grandísimo temor, si me había de engañar el demonio.

“9.- ¡Oh Dios mío, qué cosa es ver mi alma que Vos queréis dejar que pene! Por cierto cuando se me acuerda esta aflicción y otras algunas que he tenido en estas fundaciones, no me parece que ha que hacer asco a los trabajos corporales (aunque han sido hartos) en esta comparación. Con toda esta fatiga, que me tenía bien apretada, no daba a entender ninguna cosa a las compañeras, porque no las quería fatigar más de lo que estaban. Pasé con este trabajo hasta la tarde, que envió el Rector de la Compañía a verme con un Padre, que me animó y consoló mucho. Yo no le dije todas las penas  que tenía sino sólo la que me daba vernos en la calle. Comencé a tratar de que se nos buscase casa alquilada, costase lo que costase, para pasarnos a ella, mientras aquello se remediaba, y comencéme a consolar, de ver la mucha gente que venía y ninguno cayó en nuestro desatino, que fue misericordia de Dios; porque fuera muy acertado quitarnos el Santísimo Sacramento. Ahora considero yo mi boberá y el poco advertir de todos en no consumirle, sino que me parecía que si esto se hiciera, era todo desecho.”

“10.- Por mucho que se procuraba, no se halló casa alquilada en todo el lugar; que yo pasaba harto penosas noches y días, porque (aunque siempre dejaba hombres que velasen al Santísimo Sacramento) estaba con cuidado si se dormían, y así me levantaba a mirarlo de noche por una ventana, que hacia muy clara luna y podíalo bien ver. Todos estos días era mucha la gente que venía, y no solo no les parecía mal sino poníales devoción de ver a nuestro Señor otra vez en el portal, y Su Majestad (como quien nunca se cansa de humillarse por nosotros) no parece quería salir de él. Ya después  de ocho días, viendo un mercader la necesidad  (que posaba en una muy buena casa) díjonos  fuésemos a lo alto de ella, que podíamos estar como en casa propia. Tenía una sala muy grande y dorada, que nos dio para iglesia, y una señora que vivía junto a la casa que compramos, llamada Dª. Elena de Quiroga (gran sierva de Dios) dijo que me ayudaría para que luego se comenzase a hacer una capilla, para donde estuviese el Santísimo Sacramento, y también para acomodarnos como estuviésemos encerradas. Otras personas nos daban harta limosna para comer, más esta señora fiel la que más me socorrió.”

“11.- Ya con esto merece tener sosiego, porque a donde nos fuimos estábamos con todo encerramiento, y comenzamos a decir las Horas, y en la casa se daba el buen Prior mucha priesa, que pasó harto trabajo; con todo tardaría dos meses, más púsose de manera que pudimos estar algunos años razonablemente, después lo ha ido nuestro Señor mejorando.”

“12.- Estando aquí yo, todavía tenía cuidado de los monasterios de los frailes, y como no tenía ninguno (como he dicho) no sabía que hacer, y así me determiné muy en secreto a tratarlo con el Prior de allí para ver qué me aconsejaba, y así lo hice. Él se alegró muchos cuando lo supo, y me prometió que sería el primero; yo lo tuve por cosa de burla, y así se lo dije; porque (aunque siempre fue muy buen fraile y recogido, y muy estudioso y amigo de su celda, que era letrado) para principio semejante no me pareció seria, ni tenía espíritu, no llevaría adelante el rigor que era menester, por ser delicado, y  no mostrado a ello. Él me aseguraba mucho y me certificó que había muchos días que el Señor le llamaba para mida más estrecha, así tenía ya determinado de ir a los Cartujos, y le tenía ya dicho lo recibirían. Con todo esto no estaba muy satisfecha, aunque me alegraba de oírle, y roguéle que nos detuviéramos algún tiempo, y él se ejercitase en las cosas que había de prometer; así se hizo que se pasó un año y n éste le sucedieron tantos trabajos y persecuciones de muchos testimonios, que parece el Señor lo quería probar; y él lo llevaba tan bien y se iba aprovechando tanto, que yo alababa a nuestro Señor, y me parecía le iba S. M. disponiendo para esto.”

“13.- Poco después acertó a venir allí un Padre de poca edad, que estaba estudiando en Salamanca, y él fue con otro por compañero. El cual me dijo grandes cosas de la vida que este Padre hacía: llamábase Fr. Juan de la Cruz; yo alabé a nuestro Señor, y hablándole contentóme mucho y supe de él, como se quería ir también a los Cartujos. Yo le dije lo que pretendía y le rogué mucho que esperase hasta que el Señor nos diese monasterio, y el gran bien que sería (si había de mejorarse) ser en su misma Orden, y cuánto más serviría al Señor. Él dio la palabra, con que no se tardase mucho. Cuando yo vi ya que tenía dos frailes para comenzar, paracióme estaba hecho el negocio, aunque todavía no estaba satisfecha del Prior, y así aguardaba algún tiempo y también por tener adonde comenzar. “

“14.- Las monjas iban ganando crédito en el pueblo, y tomando con ellas mucha devoción, y (a mi parecer) con razón; porque no entendían, sino en cómo pudiese cada una más servir a nuestro Señor; en todo iba con la manera de proceder que en San José de Ávila, por ser una misma la Regla y Constituciones. Comenzó el Señor a llamar algunas para tomar el hábito; y eran tantas las mercedes que les hacía, que yo estaba espantada. Sea por siempre vendito. Amén. Que no parece aguardar más de ser querido, para querer.”

Al acabar de lees este capítulo de la Santa, no he podido menos de pensar lo siguiente: Medina fue el corazón de Castilla, pero en ella palpitaron el corazón de dos mujeres, que también representan el corazón de Castilla: Teresa de Jesús e Isabel la Católica. ¡Vaya si hay puntos de comparación entre ambas, y eso que la una anduvo descalza y la otra ocupó un Trono.

D, Diego Clemencia, en su Elogio de Isabel la Católica, edición de la Academia, Madrid, imprenta de Sancha, 1820 escribe en su página. 572, lo siguiente:

“El venerable D. Juan de Palafóx, en las notas a la carta X de Santa Teresa, observando la suma semejanza, entre el estilo epistolar de la Reina y de la santa, deduce con mucha discreción y filosofía, la semejanza del carácter y calidades de ambas, y dice que si la santa hubiera sido Reina, fuera otra Isabel, así como si Isabel hubiera sido religiosa, fuera otra Santa Teresa.”

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[1].La lámina o dibujo, con números, en la que se marcan las tres poblaciones, se refiere más particularmente a la actual: más téngase en cuenta, que no está hecha a escala, y que únicamente se marcan con números, y aproximadamente, los sitios, y con respecto a los más distantes, o alrededores,que no cabrían en el campo de la figura, los números solamente indican la dirección que les corresponde con respecto a los puntos cardinales.

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 [1] Hago notar, que la palabra antruejo viene de introito, o entrada a la Cuaresma; esto es: días de Carnaval.- L.R.

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